domingo, 1 de junio de 2014

El levantamiento del 19 de abril de 1936 en La Coruña (y V)

Según el P. Silva Ferreiro el complot en La Coruña fue descubierto por el entonces comandante jefe del detall del 6º Tercio de la Guardia Civil, Fernando Monasterio Bustos, que se desplazaría con rapidez a Madrid y pondría sobre aviso a Casares Quiroga. Parece posible porque por Orden de 18 (sic) de abril de 1936 quedó en situación de disponible forzoso el primer jefe de la Comandancia de La Coruña, teniente coronel Benito de Haro Lumbreras. El mismo P. Silva Ferreiro también señala a un guardia destinado en el Gobierno Civil que descubrió el complot, lo que permitió fortificar el edificio redoblando la guardia que empleó incluso ametralladoras. No parece que fuese exactamente así. En esta fase Albino aún no había dicho ni mu. Si se redobló el número de guardias de Asalto que prestaban servicio en el Gobierno Civil, parece más probable que fuese por lo que denunció el comandante Monasterio.

LA GOBERNADORA Y EL INICIO DE LAS REPRESALIAS

El domingo 19 cuando el gobernador civil pasó del despacho oficial a su domicilio, sobre las dos y media de la tarde, fue advertido por un conserje de la presencia de un guardia civil sustituyendo a Albino, que se encontraba enfermo. El lunes por la mañana fue su esposa, motejada en La Coruña de "gobernadora" --más conocida en este blog como la "malvada" Juana Capdevielle-- quien visitó a Albino en su domicilio, calle de Juan Castro Mosquera. A través de la mujer de Albino Torre --más que de este que se encontraba aún nervioso--, pudo saber parte de lo que se había tramado, poniendo en antecedentes al gobernador. Este se puso en contacto con el general Pozas, inspector general de la Guardia Civil, quien a su vez llamó al coronel del 6º Tercio, Juan Vara Terán, que se encontraba en Pontevedra. Se reincorporó a La Coruña y el mismo lunes 20 de abril comenzó a instruir una información escrita auxiliado por el comandante Fernando Monasterio en calidad de secretario, información que se prolongó durante el día 21. Como consecuencia de la misma el capitán José Rañal Lorenzo quedó constituido en arresto domiciliario. De forma sucesiva los complicados fueron destituidos. Comenzando por los capitanes, Rañal fue destinado a Pozoblanco (Córdoba); Gumersindo Varela Paz, pasó a Zamora; José Leseduarte González, a Mieres. Por lo que se refiere a tenientes, Rodrigo Santos Otero fue destinado a Jaén aunque no llegó a incorporarse y José Aranguren Ponte pasó a Ribadeo.

Es de suponer que la información recabada por la "gobernadora" dio pie a que su marido denunciase el caso al gobierno. De este modo el general jefe de la División, Enrique de Salcedo Molinuevo, recibió una orden del ministro de la guerra por la que ponía a su disposición como juez instructor al teniente coronel de Artillería, César Blasco Sasera. Este, según el P. Silva Ferreiro, era de la absoluta confianza de Azaña y Casares, y se le atribuía la siguiente frase: España se arreglará, cuando mi caballo coma pienso en el altar mayor de la catedral de Toledo.

SUMARIA

Si los complicados no debían estar muy tranquilos con semejante juez, tenían esperanzas muy fundadas en el secretario asignado, que fue el capitán de Infantería, Ignacio Olavide Torres, persona totalmente identificada con ellos. No me resisto a comentar que a algún opinador de nombre Ignacio y con apellido Olavide lo tengo por un beatón de la religión antifranquista; y para evitar equívocos o que se pueda pensar que todo es postureo por estar en la poma, ya que en ocasiones me parece tan exagerado que da la impresión de llegar al paroxismo, me gustaría leerle alguna vez antes de denostar el franquismo en general con tanto aspaviento, que lo hiciese en particular. Otros autores, sobre los que no cabe duda acerca de su antifranquismo sincero, emplean frases como "el fascista de mi padre", declaración que, en su caso, se puede adaptar y ampliar según convenga al parentesco que fuere.

Pese a que los acusados se defendieron como pudieron, el capitán Olavide no pudo evitar que el juez Blasco Sasera dictase sendos autos de procesamiento contra el capitán Rañal y primer jefe de la comandancia, teniente coronel Benito de Haro Lumbreras, que fueron constituidos en prisión provisional en el castillo de San Felipe de Ferrol. Eligieron en un primer momento como abogado defensor a un militar entonces retirado, Juan Barja de Quiroga, con estudio abierto en La Coruña, pero como las últimas disposiciones del ramo de Guerra obligaban a que el defensor fuese un militar en activo, Rañal acabó siendo defendido por el capitán de Artillería Miguel Ojeda Muñoz, y de Haro por el teniente coronel de Infantería, Óscar Nevado de Bouza.

De Haro quiso hacer pasar el complot por un acuartelamiento habitual. Recordó que con motivo del desfile del 14 de abril había recibido confidencias, que transmitió al gobernador, por las que se le decía que vendrían camionetas de los pueblos con campesinos y obreros que atropellarían a la fuerza mientras desfilaba, lanzarían bombas y harían disparos. Que algo así se temía se pone de manifiesto en una declaración de Tomás Rodríguez Sabio cuando reconoció que el 14 de abril, se quedó en el cuartel de la Guardia Civil custodiándolo mientras desfilaba la fuerza porque se temía que fuese asaltado. El teniente coronel de Haro, se basó también en la supuesta confidencia del capitán de Ingenieros Ezequiel Román Gutiérrez, que al parecer llevó al cuartel de la Guardia Civil un periódico portugués en el que se anunciaba un movimiento comunista para el 19 de abril, cosa que le confirmó un obrero de los que trabajaban en las obras de fortificación que dirigía. Aunque no se aporta al sumario este periódico ni aparece una declaración del obrero, no sería de extrañar que se hubiese publicado algo así. Otra cosa es que el levantamiento de los militares o su acuartelamiento y movimiento de tropas fuese por tal motivo.

Como las confidencias que recibió el gobernador no pasaban del mero chisme; como Albino fue el único testigo que relacionó al capitán Rañal con la orden de cargarse al gobernador; como Albino no parecía una persona muy equilibrada, en la Auditoría, en la que ya prestaba servicios Tomás Garicano Goñi, no tuvieron mayores dificultades para que el auditor, Eugenio Pereiro Courtier, sobreseyese el sumario el 30 de abril, resolución aprobada por el general jefe de la División que ordenó poner en libertad a los procesados, cosa que sucedió el día 2 siguiente.

ALBINO

Albino Torre Liste, debió ingresar en el Manicomio de Conjo al comenzar la guerra. No pudo prestar declaración en la causa 962/1936 contra el comandante de Estado Mayor Antonio Alonso García y otros (Archivo Intermedio Militar Noroeste) por encontrarse en observación en dicho establecimiento. Debió causar baja en la Guardia Civil. En la base de datos del CEMLA --que ofrece por cierto resultados inconsistentes-- para la búsqueda Torre Liste, parece que Albino llegó a la Argentina en 1950 como pintor; volvería a arribar en 1956 como empleado. En 1977 (Diario Oficial del Ministerio del Ejército, nº 28 de 4 de febrero de 1977) se le concede el pase a la situación de retirado en aplicación del R.D.L. 10/1976 sobre amnistía, a los solos efectos de que se le asignase el haber pasivo que le pudiera corresponder.

¿POR QUÉ QUERÍAN LEVANTARSE?

Podría decirse que porque no se podía vivir, porque vivían en una situación de terror, por lo que llevamos viendo en este blog desde hace tiempo en definitiva. De todos modos, en la información que instruyó el coronel del Tercio hay una manifestación del capitán Rañal que leída entre líneas explica el levantamiento del 19 de abril y el del 18 de julio: por temor a ser copados por la revolución:

Desde el triunfo de las izquierdas en España, vemos los españoles, mejor dicho, tememos la mayoría de ellos, una invasión de tipo marxista que destrozando la actual civilización nos arrastre a la esclavitud, con la consiguiente desaparición del Ejército, transformado en rojo e integrado por Oficialidad del antiguo, en parte. Estos elementos que se mueven por escalar en su futura situación altos puestos, son conocidos entre el elemento militar de la Guarnición: Comandante Monasterio, Comandante Aizpuru y Capitán Patiño, rodeados siempre de gente indeseable desde el punto de vista moral y no del político.

Tenían muy cerca lo que había sido la revolución rusa. Hacía dos años que habían sofocado la revolución de octubre de 1934, y en Asturias pudieron comprobar el salvajismo de los revolucionarios quemando iglesias y archivos --en donde se conservaban según ellos los títulos de explotación de la humanidad--, poniendo bombas en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, quemando conventos, y hasta bibliotecas como las de su universidad, asesinando militares, sacerdotes, derechistas o guardias civiles. Sabían lo que hacían los revolucionarios y no estaban dispuestos a ser copados por la revolución.

Mis notas.



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