sábado, 17 de mayo de 2014

El levantamiento del 19 de abril de 1936 en La Coruña (III)

En el año 1982 Carlos Fernández publicó El Alzamiento de 1936 en Galicia. En esta obra incluyó el testimonio, hasta entonces inédito, de Ángel Pérez Carballo, hermano de Francisco, gobernador civil de La Coruña que hizo frente a los militares alzados, llegando al extremo de fortificar el edificio para ofender y hostilizar a quienes se reputaban como representantes legítimos de la soberanía nacional al considerar ilegítimo e indigno al gobierno del Frente Popular. Con su conducta (hostilizar el avance de las tropas o ponerles impedimentos, etc.) se comportó desde el punto de vista jurídico como un perfecto traidor, siendo fusilado sin formación de causa el 25 de julio de 1936 en aplicación del bando declaratorio del estado de guerra. En el testimonio aludido, Ángel viene a decir que el gobernador conoció un proyecto para asesinarlo; y lo conoció a través de un guardia civil llamado Albino. Algo así ocurrió durante el levantamiento que nos ocupa, como veremos. Según el testimonio, Albino también dio el nombre del inductor, que sería el teniente coronel del mismo Instituto, Florentino González Vallés; la esposa del gobernador, Juana Capdevielle, tras saber por Albino lo planeado se desplazó a Madrid entrevistándose con Casares Quiroga, a quien dio cuenta de lo anterior. Señala asimismo que a posteriori, Casaritos recibió la visita de González Vallés, desplazado rápidamente a Madrid al conocer el viaje de la esposa del gobernador, y al ser según dice, amigo del presidente del consejo de ministros, no tuvo dificultad en convencerlo de lo que el presidente quería creer. Algo o mucho de lo anterior no encaja.

EL EQUÍVOCO CON GONZÁLEZ VALLÉS

El testimonio resulta un poco extraño, en primer lugar porque en la información escrita y en la causa que se instruyó --y veremos--, no aparece por parte alguna el nombre de Florentino González Vallés. Este era jefe del Parque Móvil de la Guardia Civil en Madrid. Es sabido (véase este interesante trabajo) que con ocasión del desfile del 14 de abril de 1936, el alférez de la Guardia Civil destinado en el Parque Móvil, Anastasio de los Reyes, resultó muerto por disparos realizados por la turba. El gobierno quiso imponer un entierro discreto, al anochecer del mismo día 14, en la intimidad. Pese a que el hijo del finado peregrinó por despachos y ventanillas, no consiguió que se le entregase el cuerpo de su padre para velarlo como sucede con cualquier otra persona, tenga una muerte violenta o natural. Como Florentino González Vallés, jefe del fallecido, también había querido instalar la capilla ardiente en el Parque Móvil de la Guardia Civil y tampoco lo consiguió, al comprobar que el hijo no lograba hacerse con el féretro, se dirigió con otros militares al depósito judicial exigiendo que le entregasen el cuerpo del fallecido:

--En nombre del Ejército y de la Guardia Civil, venimos a hacernos cargo del cadáver del Alférez que ustedes tienen.

--R: Pues, como ustedes saben, el cadáver de este oficial está a disposición de la Dirección General de Seguridad y yo, sin orden expresa...

--Usted, doctor, no me ha entendido bien o no quiere entenderme, he dicho que venimos por el cadáver del señor Reyes...

El ataúd se montó en el correspondiente coche fúnebre que remontó el Paseo del Prado hasta el Parque Móvil en la Castellana. Durante el trayecto, la comitiva fue abordada por un vehículo en el que iba el general Pozas, inspector general de la Guardia Civil, que conminó a González Vallés para que devolviese el cadáver al depósito judicial. El teniente coronel lo escuchó, y no cumplimentó la orden manifestando que asumiría personalmente las consecuencias, como efectivamente ocurrió. Al llegar al Parque Móvil de la Guardia Civil, González Vallés tenía ya el día y hora del entierro: el 16 a las 11 horas, precisamente para evitar la presencia de público y de militares que a esa hora estarían de servicio. Cambiaron la hora y se celebró a las tres de la tarde, produciéndose una nueva ensalada de tiros en la que fallecen seis personas y resultan heridas otras 32 que formaban parte de la comitiva fúnebre, tiroteadas desde las inmediaciones. Por cierto que se publicó una esquela en ABC en la que, como se ve, el gobierno llegó al extremo de censurar la hora del entierro, sin duda para evitar un acto multitudinario.

La inobservancia de las órdenes del general Pozas le costó al teniente coronel Florentino González Vallés el ser depuesto de su cargo en el Parque Móvil y arrestado. El 17 de abril quedó en situación de disponible forzoso para cumplir dos meses de arresto en Guadalajara.

El caso es que sabemos a través de la declaración que prestó el comandante de Estado Mayor, Fermín Gutiérrez de Soto en la causa 413/1936 contra el general Enrique de Salcedo Molinuevo y otros por traición (Archivo Intermedio Militar Noroeste), que González Vallés presidió una reunión de militares en La Coruña que estudiaban una sublevación. Gutiérrez de Soto se refiere en esta declaración al "teniente coronel González Vallés, que por aquellos días iba a ir a Madrid destinado ya a aquella Plaza a cuya guarnición queríamos llevase una impresión precisa de todo lo que aquí estábamos dispuesto a realizar" (fol. 59). Como González Valles fue destinado a Madrid el 12 de marzo de 1936, por esas fechas debió estar en La Coruña; como debió comenzar a cumplir su arresto en Guadalajara en torno al 19 de abril, toda vez que el 19 de junio se le autoriza a fijar su residencia en La Coruña, no se entiende que fuese el inductor de la intentona de dar muerte al gobernador civil de La Coruña en la noche del 19 de abril, máxime cuando ni el guardia Albino ni nadie lo señala en sus declaraciones, ni aparece por parte alguna en la información escrita y causa que transcribí y de la que tomo los datos para esta anotación; máxime cuando parece que el papel de González Vallés en aquella reunión fue el de recoger las impresiones de la guarnición de La Coruña para que se las transmitiese a Madrid, sin que conste que el teniente coronel tuviese un papel activo. No dejaba de ser alguien que abandonaba su destino en León para ocupar otro en Madrid. Contamos con el testimonio del general Ozores que da como autor del plan para ocupar el Gobierno Civil al capitán de la Guardia Civil, José Rañal Lorenzo. Todo lleva a concluir que Ángel Pérez Carballo padeció un error --cosa nada extraña al haber echado mano de sus recuerdos 30 años después-- al relacionar al teniente coronel de la Guardia Civil Florentino González Vallés con el intento de cargarse al gobernador Francisco Pérez Carballo. Este intento se dio, pero nada indica que el inductor fuese el que señala Ángel Pérez Carballo.

En la imagen de Blanco, publicada por La Voz de Galicia el 1 de agosto de 1936, aparece Florentino González Vallés, ya como gobernador civil de la provincia, saliendo de un vehículo en la plaza de María Pita y saludando al público que lo aclamaba.



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