miércoles, 28 de marzo de 2012

Robos de armas: Sanjurjo y Porfirio Díez


Si el país estaba como el salvaje Oeste en lo que a pistolerismo se refiere, también había hurtos y robos de armas. El 12 de marzo de 1936 un grupo de seis individuos quisieron robarle la pistola que el propietario de la fábrica de pastas para sopa, Sanjurjo (creo que hijo de Manuel Sanjurjo Suárez), poseía con la licencia y guía correspondiente. Dos de los agresores acometieron al industrial frente a su fábrica (estaba aquí) y los cuatro restantes se quedaron en la esquina de la avenida de Finisterre con Ciudad de Lugo. Tras cachear al empresario y comprobar que no llevaba el arma que buscaban se dieron a la fuga. Si el delito no es común y tiene un origen político-social, no parece probable que unos señores de derechas pretendan sacarle el arma a otro señor que por algún boicot y petardo que se colocó en su fábrica en 1932, presumo que era de derechas.

Lo cuenta La Voz de Galicia correspondiente al 13 de marzo de 1936:

EL SUCESO DE ANOCHE

----

¡El arma o la vida!

Anoche, cuando regresaba a su casa en Santa Margarita, nuestro apreciado convecino y amigo señor Sanjurjo, dueño de la fábrica de pastas de su nombre, le salieron al encuentro unos sujetos desconocidos, quienes rodeándole aunque sin usar medios de violencia, le exigieron les entregase la pistola automática que con la guía correspondiente, sabían que usaba.

Eran seis los desconocidos. Dos fueron los que se acercaron al referido fabricante, mientras los otros cuatro se apostaban en la esquina de la calle de Arturo Casares.

El señor Sanjurjo sorprendido y dándose cuenta de la situación, acaso hubiera optado por dar el arma que le pedían, ya que la lucha sería tan desigual como inútil; pero se daba el caso de que anoche, precisamente, no la llevaba.

Los desconocidos, después de cachearlo, desaparecieron rápidamente.

Una vez ocurrido el hecho, el señor Sanjurjo acudió a denunciarlo al cuartel de la Guardia civil. Se practican activas gestiones para lograr dar con el paradero de los aludidos sujetos.

También el 12 de marzo se produjo un hurto en el domicilio de Porfirio Díez Hernández, en la calle de la Falperra. Muy cerca, en la calle de Vizcaya, en ese bajo que hoy ocupa Correos se encontraba la panadería de la que era propietario. El hecho parece un delito común. Le robaron una cadena de plata, una pluma y la pistola que al igual que Sanjurjo poseería Porfirio para su defensa personal con la licencia y guía correspondiente. Sobre este suceso se incoo sumario, que una vez más resultó sobreseído al no llegar a saberse quien o quienes hubiesen sido los autores del delito.



lunes, 26 de marzo de 2012

Le zurró con una pistola (ampliado, 30/03/2012)


Hace días comentaba que el país estaba como el salvaje Oeste en lo que a pistolerismo se refiere, y como hay unos cuantos ejemplos que evidencian que no se trata de una exageración, vamos con otro. El 11 de marzo de 1936 Ángel Sánchez Martínez, de 24 años, seguramente vecino de los Castros, fue a una casa de ese entorno que veis, en el número 8 de Santa Catalina (dibujo de Pablo Gallo) y se vio acometido por un individuo con el que luchó en el portal y que le pegó en la cabeza con una pistola que carecía de cargador. El pistolero, una vez más, no fue habido. El agredido, le arrebató el arma y el público al verlo con una pistola lo entregó a un guardia. Ángel Sánchez Martínez no aparece en la bibliografía que consulté. Pudo tratarse de un delito común o de origen social. Si fuese este el caso ¿detendrían a un joven socialista o anarquista? No me lo imagino. Se le siguió un sumario por tenencia ilícita de arma que fue sobreseído en la Audiencia al probarse que Ángel tan sólo le arrebató el arma a quien lo agredía y que la pistola carecía de cargador.

Lo cuenta La Voz de Galicia el 12 de marzo de 1936:

Ángel Sánchez Martínez, de 24 años, vecino de esta capital, ayer al atardecer, al ir a una casa de Santa Catalina a recoger la llave, que allí dejó, de su domicilio, fué agredido por un individuo desconocido, quien empuñando una pistola le dio un golpe con la misma en la cabeza, lesionándole.

Al repeler la agresión el Ángel --dice-- le sacó el arma al desconocido, que se dio a la fuga.

También afirmó que en aquel momento intervinieron varias personas, quien al verle con el arma en la mano le entregaron a un guardia, procediendo a su detención.

Se le condujo a la Comisaría de Policía, así como a la Casa de Socorro del Hospital, donde fué curado de lesiones en la cabeza, de carácter leve.

Al día siguiente, cuando La Voz de Galicia proporcionan la relación de heridos atendidos en las casas de socorro, se menciona un Ángel Sanchez con lesiones compatibles con golpes en la cabeza con una pistola:

En las Casas de Socorro del Hospital y Santa Lucía, fueron curados de primera intención los siguientes heridos de carácter leve:

...Ángel Sánchez, de los Castros, de erosiones en la cabeza y ligera conmoción cerebral...


AMPLÍO

Revisando otras notas, resulta que un Ángel Sánchez Martínez, era uno de los obreros a los que tenían por esquiroles. Trabajaba en las obras de fortificación de Punta Herminia en virtud de sendos anuncios publicados en la prensa local el 29 de agosto y 1 de septiembre de 1935. Según el padre Silva Ferreiro, tras la victoria del Frente Popular, se les ofreció a los obreros despedidos en el 35 que trabajasen todos, despedidos y sustitutos. No aceptaron y con tal motivo comienzan las coacciones hacia los sustitutos, en 15 días hieren a 10 de los 80 sustitutos, se sitia Punta Herminia y los trabajadores tienen que dormir en las propias obras durante cuatro días, etc. Vimos que los sustitutos eran objeto de agresiones. Al final acaban despidiendo a todos los sustitutos el 24 de marzo de 1936 por imposición de la CNT. En definitiva que la agresión a Ángel Sánchez Martínez bien pudo deberse al hecho de trabajar como sustituto en los fuertes militares.

El primero de los anuncios publicados en La Voz de Galicia el 29 de agosto de 1935:

Aviso

A los obreros de la Comandancia de Obras y Fortificación, destacamento de La Coruña, que abandonaron hoy el trabajo en las obras de Punta Herminia, San Pedro y Monticaño, se les advierte que si el día 30 a las ocho horas no se presentan al trabajo, quedan anulados los contratos de trabajos, y se procederá a admitir nuevo personal.

El Ingeniero de la obra,
EZEQUIEL ROMAI

El segundo anuncio salió también en La Voz de Galicia el 1 de septiembre de 1935:

Aviso

A los obreros que en el día de ayer no acudieron al trabajo en las obras de Monticaño, San Pedro y Punta Herminia, se les previene que si el día 2 del actual no se presentan al trabajo a las ocho de la mañana, serán sustituidos por el nuevo personal que se admite a partir del mismo día y hora.

Las peticiones de trabajo para las tres obras, deben hacerse en las oficinas de Punta Herminia.

El Ingeniero de las obras



viernes, 23 de marzo de 2012

¿A por esos que son fascistas?


En torno a las siete de la tarde del 10 de marzo de 1936 caminaban por la avenida de Fernández Latorre, José Díaz Fernández, de 24 años, herrero, junto con su cuñado Ángel Pérez Cabada, de 42 años, labrador. Ambos eran vecinos de la parroquia de Cambás, en Aranga, y habían venido a La Coruña para someterse a un reconocimiento médico. Camino de la Gaiteira, al pasar frente al edificio de las Cigarreras fueron agredidos por la espalda por varios individuos. Dos portaban revólveres, que no dispararon; otro más, armado de un palo la emprendió a estacazos con los paisanos. Al ver que José caía al suelo sin conocimiento, se dieron a la fuga. Estaba en las inmediaciones un guardia municipal que pudo detener a José Rodríguez Viñuelas, de 39 años --vecino de la travesía de San Roque-- en el muelle de la Palloza en medio de unos vagones de mercancías.

¿Una agresión común o político-social? En este último caso, por el que me inclino ¿qué ideología profesaban los agresores? No es sencillo contestar a estas preguntas, al menos en mi caso. En los índices onomásticos, tan útiles y en ocasiones olvidados (y de forma reiterada) ¿verdaaad? :), no aparecen los nombres que mencioné. Toda la información que poseo sobre este hecho procede de una noticia publicada en La Voz de Galicia, que en mi opinión no ocultaría los motivos de la agresión en caso de deberse a un delito común. En aquel tiempo, un ciudadano que por su aspecto o su forma de vestir aparentase ser de derechas, podía ser objeto de agresión con tal de que al primero que no tuviese otra cosa que hacer se le ocurriera gritar: ¡a ese que es fascista!

Al parecer actuó el juzgado de instrucción de guardia, formándose una causa que no localicé o identifiqué. Entra dentro de lo posible que al tratarse de lesiones leves el juez de instrucción declarase el asunto falta, inhibiéndose del conocimiento del mismo en favor del juez municipal correspondiente que celebraría el oportuno juicio verbal de faltas, cuya acta, como las demás de este tipo generadas en los juzgados municipales, se expurgó. Y como sigo reivindicativo, también sigo lamentando los expurgos en la documentación judicial actual con los que se pierde información i-rre-cu-pe-ra-ble mediante otras fuentes. Si le temo algo al PP es a que se metan con esto, como se metieron en Valencia, fatal, con un señor que era consejero de Interior, y al que como premio a tanta destrucción nombraron miembro del CGPJ, sin que se sepa que el común de los archivos judiciales valencianos cuente con personal cualificado, un auxiliar, no digo más. Y ya que estoy con una digresión ¿que va a hacer el PP con los fondos judiciales militares que reclamó --muy bien reclamado-- un diputado suyo de Valencia, tras centralización napoleónica en el Archivo General e Histórico de la Defensa? Sigo pensando que la documentación generada por los organismos periféricos de la Defensa debe quedarse en donde está el mayor número de sus potenciales consultantes, bien en archivos intermedios de Defensa que adquiriesen el carácter de históricos para los fondos de los organismos periféricos de la Defensa, bien transfiriendo esos fondos al archivo histórico provincial de su demarcación, tal y como hacen los demás entes de la administración central periférica o de la autonómica periférica.

Vuelvo a donde estaba. La travesía de San Roque en la que vivía uno de los agresores --hoy calle del Alcalde Folla Yordi--, no era de un perfil burgués, sino más bien proletario. A dos o tres casas vivían los de la Lejía. Por otra parte, en algún sitio leí que los falangistas siempre actuaban de frente, dando la cara. Vamos, que para mí los agresores no debían ser de derechas.

Os dejo con la noticia que publica La Voz de Galicia el 11 de marzo de 1936:

UNA AGRESIÓN

----

DOS HOMBRES HERIDOS

Ayer, a las siete de la tarde fueron objeto de una agresión en la Avenida de Fernández Latorre, los vecinos de la parroquia de Cambás, en Aranga, José Díaz Fernández, de veintitrés años, soltero, herrero, y su cuñado Ángel Pérez Cabada, de cuarenta y dos años, casado y labrador.

Dicen estos que han venido a La Coruña con objeto de someterse a un reconocimiento médico, que cuando se dirigían a la Gaiteira, y a su paso por la citada avenida, frente al edificio de las cigarreras, fueron ambos agredidos por la espalda por un grupo de individuos desconocidos. Valiéndose uno de una estaca y dos de ellos empuñando revolvers, les asestaron unos golpes en la cabeza. No llegaron a hacer disparo alguno.

Los agresores, al ver que José caía en tierra, sin conocimiento, se dieron a la fuga.

Un guardia municipal allí de servicio al verlos, emprendió a correr tras uno de ellos, logrando detenerlo entre unos vagones de mercancías del ferrocarril, en el muelle de la Palloza. Resultó ser José Rodríguez Viñuelas, de treinta y nueve años, casado, vecino de la Travesía de San Roque, 4. En la Comisaría de Policía, adonde se le condujo, fué reconocido como uno de los agresores, por el Ángel Pérez Cabada, acusándole de que era el que empuñaba la estaca.

Al José Díaz Fernández, como a su cuñado Ángel Pérez Cabada, se les condujo a la Casa de Socorro de Santa Lucía, donde fueron asistidos por el médico y el practicante de guardia, señores Torrado y Dopico, respectivamente.

El primero presentaba heridas en la cabeza, región ciliar derecha, en la frente y región mastoidea, sufriendo intensa conmoción cerebral.

Su estado fue calificado de pronóstico reservado.

Por prescripción facultativa se le trasladó en una ambulancia sanitaria automóvil al Hospital municipal, donde quedó ocupando una cama.

El segundo sufre una herida en la cabeza, otra en la parte izquierda del ojo y otra en la cara, calificadas todas ellas de leves, salvo complicaciones.

El Juzgado de instrucción de guardia, al tener conocimiento del hecho, se personó en el Hospital municipal, con objeto de instruir las diligencias propias del caso.

El detenido quedó a disposición de dicha autoridad.



martes, 20 de marzo de 2012

Un falangista con balas dum-dum


Resulta sorprendente que el documento que me da pie para hacer esta anotación no haya sido usado para agitar por parte de los señores de la memoria histórica, especialistas como son en hacer generalizaciones de un caso aislado. Pero no, supongo que tal vez no fue usado este asunto porque la sentencia --dictada antes de iniciarse la guerra-- que condenó al protagonista, declaró como hecho probado que venía siendo objeto de constantes amenazas y persecuciones por parte "obreros afiliados a la C.N.T. y otras organizaciones marxistas".

Nuestro ya conocido Gerardo Martínez Pan, de 24 años, herrero que se había dedicado a trabajar en la construcción durante la huelga del 33-34, posteriormente estibador en la colla de la Asociación General Patronal, falangista, salía sobre las cuatro de la madrugada del 10 de marzo de 1936 de un bar situado en las inmediaciones de Linares Rivas, el Miramar. Parece que era amigo de una camarera y a tenor de los hechos probados en la sentencia --amenazas y persecuciones-- también parece probable que al salir fuese rodeado por un grupo de cinco individuos. Él llevó la mano a su gabán e invitó a los demás a que sacasen las suyas de los bolsillos mientas hacía lo propio. Dos de los que parecen agresores sacaron sendas navajas y preguntaron a Gerardo si no disponía de armas, a lo que este respondió mostrando un revólver. Tres de los que lo habían rodeado se dan a la fuga; Gerardo departe con uno de los que dice que poseían navajas, José Díaz González, de 35 años, fogonero marítimo, mientras el otro, Manuel Soto Mouriño, de 24 años, zapatero abandona el grupo. No por mucho tiempo porque volvió con una pareja de guardias de Asalto indicándoles que Martínez Pan poseía una pistola. Como se la había dado a guardar a su amiga camarera, esta la entrega a la Policía.

Las versiones de José Díaz y Manuel Soto son prácticamente coincidentes. Afirman que se encontraban en el Miramar y vieron que Gerardo Martínez Pan cambiaba una pistola del bolsillo trasero del pantalón al gabán, a lo que no dieron importancia. Es posible. Al cerrar el local y salir, se encontraron con que Gerardo encañonó a todos los clientes mientras decía que al que se moviese lo pateaba. Niegan que estuviesen más individuos que ellos y afirman que cuando detuvieron a Gerardo, este dijo a Manuel que aún tenía otra pistola en casa y que la usaría contra el denunciante. Esto último me parece creíble, aunque Manuel Soto Mouriño no aparezca en las relaciones y recursos sobre represaliados que consulté. Lo demás no me parece que encaje. Hemos visto varios casos en los que se detiene a Martínez Pan por tenencia ilícita de armas. Siempre es en situaciones en las que porta armas sin tener licencia, o en situaciones defensivas, nunca ofensivas. En otros juicios que tuvo se probó que estaba constantemente perseguido y amenazado, tanto por estar conceptuado como esquirol, como por ser falangista. Tras una petición fiscal de dos años de prisión el tribunal lo condenó a seis meses de reclusión, que no cumplió completos porque el 23 de julio fue puesto en libertad provisional por orden y a disposición del comandante militar de la plaza.

Sea como fuere, en el sumario aparece un informe en el que dos peritos armeros acreditan que el arma estaba en perfectas condiciones de funcionamiento y lo más llamativo para mí es que yo diría que describe unos proyectiles que si no son balas dum-dum, se le parecen bastante:

Que las cinco balas ocupadas con aquella arma, y para la misma, presentan la anormalidad de haber sido rebajado el plomo proyectil en su punta, hasta dejarlas casi achatadas totalmente, practicándose luego en esa misma parte o extremo una cruz acanalada, todo lo que hace que sus efectos sean de mucho mayor peligro.

Una anotación de lo más interesante sobre las balas dum-dum, aquí. Supongo que todo el mundo sabe que las dum-dum son balas expansivas (no explosivas), que se abren al impactar con un sólido provocando destrozos superiores al armamento común de la época, no al actual, o que están prohibidas en la guerra. Con ocasión del conflicto italo-abisinio, la prensa republicana daba noticias diversas sobre estas balas. Mientras unos sostenían que eran los italianos quienes las usaban, otros presentaban pruebas de que eran los abisinios. Demonizados como estaban estos proyectiles dieron pie a una intervención entre melodramática y efectista de Casaritos en el Congreso. Fue una sesión que recomiendo leer para quien no conozca lo que allí se trató. Calvo Sotelo pedía un desarme que afectase a derechas e izquierdas, no sólo a derechas. Casaritos afirmó al responderle, que en su despacho, se "estremecía de horror", al consultar un expediente de un registro domiciliario en Madrid, en el que se encontraron balas dum-dum "preparadas para los pechos proletarios". Recordó que el 2 de mayo se había detenido a un militar retirado ocupándosele 16 balas dum-dum. Se sacó del bolsillo unas cuantas y las colocó sobre el pupitre... Por demagogia, efectismo y melodrama, que no sea. Menos mal que un mes más tarde el mismo Calvo Sotelo pudo acreditar, también mediante un informe de los peritos armeros que intervinieron en el sumario por el que se juzgo al militar, que las balas que portaba no eran dum-dum. Las que llevaba Gerardo Martínez Pan, por la descripción, para mí que sí lo eran. En cualquier caso no creo que el asunto pase de la mera anécdota. Al menos yo no conozco estudios que hayan detectado su presencia, ni recuerdo que la tradición oral refiera algo sobre uso de balas dum-dum antes o durante la guerra, por estos pagos.

Mis notas.



sábado, 17 de marzo de 2012

Pistoleros en Radio Costera


Hemos visto varios ejemplos en los que existe un denominador común: cuando los falangistas e individuos de derechas usan armas, es siempre para defenderse. Cuando las usaban los anarquistas y sujetos de izquierda, era en situaciones ofensivas, en donde ellos tomaban la iniciativa.

La Radio Costera que yo recuerdo se encontraba en Eirís de Arriba, con esa caseta --que milagrosamente se conserva-- en la que se debían encontrar los equipos emisores; recuerdo también dos altos postes metálicos en las inmediaciones entre cuyos puntos culminantes se extendía un cable que miraba al mar. Si no me falla la memoria, este tipo de antenas reciben el nombre de bidireccionales.

Con motivo de la muerte de Luis Amboage el 20 de marzo de 1936, comenté en la anotación anterior que se declaró la huelga general. Manuel Durán Soto, maestro de obras, estaba realizando trabajos en Eirís de Arriba correspondientes a la Radio Costera. Allí llegó un grupo de maleantes informativos, que amenazando a su hijo Manuel Durán Aneiros con pistolas le obligaron a parar la obra. Para variar, los informativos no fueron identificados con lo que tenemos otro delito más que unir a la colección de los protagonizados por quienes dieron el poder al Frente Popular que quedó impune.

Mis notas.


miércoles, 14 de marzo de 2012

De Izquierda Republicana o de bomberos pirómanos


El 19 de marzo de 1936 comenzó agitado. Recordaréis que intentaron incendiar en las primeras horas del día la iglesia y residencia de los Redentoristas, con aquella imagen patética de un pobre cura que estaba de guardia durante la noche ante una ventana, con un silbato en la boca y sosteniendo una cuerda para hacer sonar la campana de la iglesia en caso de que los atacasen, como así sucedió. La víspera habían asaltado la sede de la Unión Regional de Derechas, de Renovación Española; y el Club Náutico el mismo 18 o tal vez en las primeras horas del 19. El 20 Luis Amboage, anarquista, iba pistola en mano y con una porra persiguiendo a unos trabajadores a los que tenía por esquiroles, disparó, le dispararon y resultó muerto. Se declara la huelga general, el gobernador "invita" al presidente de la Patronal a abandonar la ciudad --estuvo desterrado hasta el Alzamiento-- y continúa ese pueblo que se mitifica haciendo el bestia y tocó asaltar las sedes de la Patronal y las Juventudes Católicas.

El intento de incendio en los Redentoristas, por la filiación de los detenidos, yo lo asociaría con las Juventudes Socialistas, que están vinculadas a otros incendios como el de la iglesia de San Julián de Almeiras o la de los Jesuitas, con okupación de sus locales inmediatos. Sin descartar su participación en los restantes disturbios, tal vez en los asaltos del 18 los protagonistas estuviesen más relacionados con Izquierda Republicana, partido al que pertenecía José María Eirís Carro, que si bien fue denunciado por participar en los asaltos al Náutico, Renovación y URD, la Audiencia Provincial sólo declaró probada su participación en este último. Aunque parece razonable pensar que si en una tarde-noche se asaltan de forma sucesiva tres locales de derechas, los asaltantes es muy probable que fuesen los mismos.

Me ocupo de otro caso en el que, al parecer, los agresores eran de Izquierda Republicana. En la tarde del 19 de marzo de 1936 de nuevo un chico de derechas, Edmundo Lora Luis, de 20 años, sale de una sesión de cine en el Kiosco Alfonso cuando advierte que hay cuatro o cinco muchachos también de unos 20 años que lo miran con prevención. Se dirigió a la calle Real y lo seguían; de allí por el callejón del Perete pasó a la Fuente de San Andrés en donde se vio rodeado por unos 15 individuos. Sacó una pistola que le había cogido a su padre --militar que la poseía con la correspondiente licencia y guía-- y no me queda muy claro si hizo o no un disparo al aire para que le abriesen paso. Lo cierto es que debieron abrirle paso y echó a correr. Al llegar a San Andrés se fue hacia un guardia de Seguridad, le pidió protección y le entregó la pistola, con lo cual fue detenido pasando a Comisaría y de allí al cuartelillo de la prevención de Seguridad, aquí. Según el guardia, venían corriendo tras el muchacho, cuando menos 30 personas. El chico dijo no estar afiliado a partido alguno --no lo localizo en las listas publicadas-- y según El Ideal Gallego la agresión obedeció tan sólo a saber que era de derechas. Durante el juicio oral se probó además que estaba amenazado y perseguido, tesis que aceptó el fiscal, lo que unido a su falta de antecedentes, buena conducta y confesión espontánea del delito de tenencia ilícita de armas, se tradujo en tan sólo un mes y un día de arresto mayor, que cumplió parte en su domicilio en prisión atenuada y parte en la Prisión Provincial. Mis notas.

Me llama la atención que este chico manifieste en su declaración ante el juez que tiene entendido que sus perseguidores pertenecen a Izquierda Republicana. Lo que lleva a preguntarse si los de IR funcionaban como bomberos pirómanos, porque vienen con el agua a apagar un incendio en el que pudieron llevar la voz cantante. El agua consistió en una hoja impresa --en mi opinión por IR (por habérsele ido el asunto de las manos o querer aparentarlo) o por el Gobierno Civil, que tanto monta-- hoja que corrió a la caída de la tarde de ese 19 de marzo y cuyo contenido da a conocer La Voz de Galicia el día 20:

AL PUEBLO: Llamamiento del Frente Popular de Izquierda

Los elementos directivos del Frente Popular de Izquierdas, ruegan a todos sus afiliados eviten, por todos los medios a su alcance, cualquier alteración del orden.

Si los enemigos del régimen tratan de desacreditarlo con intencionadas provocaciones, la autoridad intervendrá con toda eficacia, aplicándoles, con rigor, la ley de Orden Público.

Pero es necesario, también, que nosotros colaboremos en este instante con el Gobierno que nos representa, exigiendo a nuestros elementos la mayor prudencia y discreción, ya que con ello no sólo facilitamos la labor de la autoridad, sino que obedecemos las instrucciones urgentes recibidas de nuestros organismos directivos.

Nuestra primordial obligación, en este instante, es cumplir rigurosamente estas instrucciones.- El Frente Popular de Izquierdas.

Una nota que es razonable, resulta ser apócrifa, y el presidente del Comité local de Unión Republicana se ve en la necesidad de enviar un besalamano al director de La Voz de Galicia para aclarar que en esa hoja volandera el Comité directivo del Frente Popular en La Coruña no había tenido arte ni parte. Que quedase clarito que ellos no habían sido los autores de una nota que llamaba al orden, a la convivencia pacífica. Claro que si el objetivo era el ganar las elecciones municipales anunciadas y todo valía, cualquier escrito que los asociase con orden público, defensa de la propiedad privada, del libre ejercicio del culto, etcétera, les quemaba y tenían que desvincularse de él. Recuérdese que la Asociación General Patronal rompió relaciones con el Ayuntamiento porque el alcalde, Alfredo Suárez Ferrín --fusilado al comenzar la guerra--, se negó a condenar el asalto a la Patronal, y lo hizo después de que se supiese que no iban a celebrarse elecciones municipales.

La Voz de Galicia publica la nota adjunta al besalamano el 20 de marzo de 1936:

Frente Popular de Izquierdas

---------

Con un besalamano del presidente de la Agrupación local de Unión Republicana, recibimos este escrito:

"El Frente Popular de Izquierdas que con carácter local ha venido actuando durante las últimas elecciones, se ocupa estos días en preparar la labor que con toda intensidad habrá de desarrollar en relación con las municipales que se verificarán el próximo día 12 de abril.

A tal efecto, celebrará a las ocho de la noche de hoy una reunión en el Casino Republicano, en la cual, entre otros asuntos que afectan a las elecciones referidas, adoptará acuerdos relacionados con una hoja titulada "Al Pueblo.- Llamamiento del Frente Popular", repartida ayer en La Coruña, y en cuya redacción no tiene arte ni parte el Comité directivo de dicho Frente."

El Ideal Gallego correspondiente al 20 de marzo de 1936 da su versión sobre el intento de agresión a Edmundo Lora:

Continúan las agresiones a elementos de derechas

----------

Después de asistir a una sesión de cine en uno de los palacetes del Relleno, el joven de 20 años Edmundo Lora Luis, natural de Laracha en África, y vecino de una de las calles del Ensanche, se encaminó hacia la calle Real guardando precauciones respecto a cuatro individuos que le iban siguiendo desde la salida del cine.

Para eludir la persecución, Edmundo se dirigió a la Fuente de San Andrés para irse a su casa, pero al llegar a esta vía se vio rodeado por un grupo de individuos que adoptaban una actitud agresiva.

Entonces Edmundo se vio obligado a realizar un disparo con una pistola y así pudo llegar a la calle de San Andrés donde solicitó el auxilio y la protección de una pareja de Seguridad.

El perseguido al que no se acusaba de nada más que de ser de Derechas, pudo verse libre de una agresión, y pasó a la Comisaría de Vigilancia.

Versión de La Voz de Galicia correspondiente también al 20 de marzo de 1936:

Un pequeño incidente

----

DISPARO AL AIRE

Anoche, en la calle de García Hernández, fué detenido por la Guardia de Seguridad el joven estudiante de 20 años, Edmundo Lora Luis, natural de Larache, en África, y domiciliado en la calle de Payo Gómez, 7.

Iba, por lo visto, corriendo, empuñando una pistola, atemorizado de que intentasen agredirle los que, al parecer, le perseguían.

Al detenerle los guardias les dijo que al salir de un espectáculo del paseo de Méndez Núñez advirtió que había allí un grupo de unos cuatro o cinco jóvenes que le pareció que le esperaban.

Siguió con precaución por la calle del Capitán Galán, y al llegar a la Fuente de San Andrés se vio rodeado por un grupo de mozalbetes y entonces empuñó la pistola automática que llevaba e hizo con ella un disparo al aire con el propósito de amedrentarles, y al ver a los guardias corrió hacia ellos para que le protegiesen, momento en el que fue detenido.

En unión del arma que se le ocupó fué llevado a la Comisaría de Policía y de allí al cuartelillo de Seguridad, donde quedó a disposición del gobernador civil.

Edmundo Lora carece de licencia de armas y sólo tiene la guía de la pistola.



viernes, 9 de marzo de 2012

Luchas por la calle y pistolas detonadoras


Sigo sin salir de marzo del 36. Recuerdo que cuando estaba completo en el blog del nieto el Diario de un general (Ángel Ramos), decía este autor que tras las elecciones de febrero del 36 tenían luchas diarias y que contaban en la Farmacia Militar --instalada entonces en la plaza de Galicia, en la Casa Cortés, aquí-- con un soldado que era valiente como un legionario y que atravesaba de forma resuelta las zonas de lucha para conducir los oficios de la Farmacia al edificio de la División (Capitanía General) o de esta a aquella, y que el propio general, entonces capitán, lo había curado en dos ocasiones. En mi opinión estas colisiones entre jóvenes revolucionarios y jóvenes derechistas o falangistas hay que enmarcarlas en la lucha por la calle, en las coacciones y agresiones que realizaban los revolucionarios para copar aquella calle, para que nadie osase gritar ¡Viva España!, para evitar que se exhibiesen insignias de la Juventud Católica, no digamos ya banderas rojigualdas que estaban prohibidas, para evitar, en definitiva, que se hiciese ostentación de cualquier signo que identificase a una organización que no formaba parte del Frente Popular. Los falangistas y algunos católicos consideraban que tenían el mismo derecho a lucir insignias de sus organizaciones, que los socialistas a pasear con camisas rojas, y lejos de amedrentarse con las bravuconadas de los revolucionarios se defendían y surgían las colisiones. A veces empleaban pistolas detonadoras, de fogueo, que si les eran ocupadas conllevaban una sanción gubernativa.

El 17 de marzo de 1936 surgieron dos colisiones que salieron en los periódicos. Se saldaron con varios jóvenes contusos o con heridas leves. Las responsabilidades por esas agresiones se ventilarían ante un juzgado municipal, cuyos papeles se expurgaron (como lamentablemente se expurga en nuestros días, fatal en mi opinión, la documentación judicial, perdiéndose con toda alegría información irrecuperable a través de otras fuentes, todo ello después de que siendo ministro Ángel Acebes se publicase un decreto bajo la eufemística rúbrica de modernización de archivos judiciales, que solo ha servido para destruir, creo que de un modo anacrónico, la documentación judicial sin que se sepa que se hayan modernizado o dotado con personal cualificado el común de los archivos judiciales, pero no quiero seguir por aquí que es un tema que me duele, me enfada y me enciende).

Decía que el 17 de marzo de 1936 surgieron dos colisiones. Una en el paseo de Méndez Núñez. Salían varios jóvenes derechistas de una sesión de cine en el Kiosco Alfonso o La Terraza cuando se vieron acometidos por jóvenes revolucionarios que los agredieron. Uno de los derechistas sacó una pistola de fogueo e hizo un disparo que provocó confusión; cuando los jóvenes revolucionarios advirtieron que la pistola era de pega, volvieron a acometer a los derechistas y tuvieron que refugiarse estos en el Casino. La segunda colisión se produjo en la esquina de la calle Real con el callejón del Perete (General Mola) en donde de nuevo resultaron heridos, de carácter leve, dos muchachos derechistas. Aunque por estos hechos fueron denunciados cuatro agresores, el expurgo de la documentación generada en los juzgados municipales nos impide conocer los nombres, que sin duda aparecerían en el acta de celebración del juicio verbal de faltas correspondiente. De los agredidos, dos pasaron a Comisaría y fueron denunciados al habérseles ocupado sendas pistolas detonadoras.

LOS NOMBRES DE LOS AGREDIDOS

La Voz de Galicia proporciona dos de los nombres: Darío Sánchez y Clemente Zapater. Al día siguiente, al publicar la relación de personas atendidas en las casas de socorro aparecen tres nombres que en mi opinión son los que buscamos: Carlos Clemente Zapata, vecino de la plaza de Galicia; José Pérez Martínez, de Sánchez Bregua; y Darío Paz de Andino, de Teresa Herrera. Todos vivían en calles de un perfil burgués. Además, las lesiones que padecen según el parte de las casas de socorro, coinciden casi en su totalidad con las que señala El Ideal Gallego para tres heridos derechistas que no nombra.

Darío Paz de Andino no me suena --si me permitís-- pero sí el apellido Sanz de Andino ¿Sería en realidad Darío Sanz de Andino Meleiro, muerto en 1938 en la batalla del Ebro a los 20 años, según aparece en este blog que recoge una imagen de su lápida? Yo creo que sí. En la información procedente de las casas de socorro se dice que vivía en Teresa Herrera 7 y 9, lo mismo que, según vimos, Javier Sanz de Andino Meleiro, falangista. Ambos eran hijos del ingeniero agrónomo y director de la Granja Agrícola Experimental, Juan Sanz de Andino, que era también presidente del Comité Municipal de Partido Republicano Radical.

Por lo que se refiere José Pérez Martínez y Carlos Clemente Zapata o Zapater, no los localicé en las listas de falangistas que publican Carlos Fernández o Lamela y tampoco aparecen en mis notas al igual que Darío Sanz de Andino Meleiro.

Se lee en El Ideal Gallego correspondiente al 18 de marzo de 1936:

Tres jóvenes de derechas heridos en agresión por unos extremistas

-----------

De uno de los palacetes del Relleno, y después de asistir a una sesión de cine, salían ayer noche varios jóvenes de filiación derechista, y cuando atravesaban los jardines para dirigirse a la calle Real, fueron objeto de provocación y agresión por un grupo de extremistas.

Uno de aquéllos sacó una pistola detonadora y al hacer un disparo sobrevino la confusión.

Hubo sustos y carreras, y se produjo gran alarma.

Mas, los extremistas, al saber que sus agredidos no habían utilizado más que pistolas detonadoras los persiguieron, hasta el extremo de que los jóvenes de derechas tuvieron que refugiarse en el Sporting.

Minutos más tarde, otros dos jóvenes derechistas fueron provocados y agredidos a traición en la calle Real.

Como el suceso ocurrió a la hora en que más animado estaba el paseo, la alarma fue grande.

En estos sucesos resultaron heridos tres de los jóvenes de derechas. Uno presentaba erosiones en los labios, otro una herida contusa con hematoma en la región occipital, y el otro con una herida contusa de tres centímetros en la frente.

Los tres heridos, todos ellos pertenecientes a prestigiosas familias de esta capital, fueron curados de urgencia en la Casa de Socorro del distrito de la Audiencia.

En la Comisaría de Vigilancia quedaron detenidos dos de los jóvenes agredidos, por habérseles ocupado sendas pistolas de alarma.

De los agresores fueron denunciados cuatro, y tras la instrucción de la oportuna denuncia, se les puso en libertad.

Versión de La Voz de Galicia de 18 de marzo de 1936:

DOS COLISIONES

-------

Hubo anoche dos colisiones entre jóvenes de opuestas ideologías, resultando algunos contusos. Uno de los choques ocurrió en el Relleno y el otro en la calle de Galán, esquina a la Fuente de San Andrés. La agresión, injustificada e intolerable cuando no media provocación, fué violenta y lamentable.

Hubo disparos --de arma de fuego o de pistolas detonadoras-- y una buena cosecha de golpes y contusiones.

Resultaron heridos, levemente, dos muchachos llamados Darío Sánchez y Clemente Zapater. Los otros dos fueron curados en la Casa de Socorro del Hospital. Acudieron guardias de Asalto y agentes de Policía que detuvieron a no pocos de los jóvenes, singularmente de uno de los bandos, llevándolos a la Comisaría. Se les ocuparon algunas porras y pistolas detonadoras. Los demás, entre los cuales hay sin duda otros contusos, desaparecieron.

El escándalo que se produjo fué superior a la importancia de los hechos, que hay que procurar que no se repitan. De ello deben cuidarse los propios padres de los rapaces, además de los agentes de la autoridad.

La relación de atendidos en las casas de socorro que publica La Voz de Galicia el 19 de marzo de 1936 es como sigue, aunque las negritas son mías:

En las Casas de Socorro del Hospital y de Santa Lucia, fueron curados de primera intención los siguientes heridos de carácter leve:

Josefa Varela, de Panaderas número 75, de herida en el pie derecho; Carlos Clemente Zapata, de la plaza de Galicia, de herida contusa con hematoma en región occipital; José Pérez Martínez, de Sánchez Bregua, 31, de erosiones en los labios; Darío Paz de Andino, de la calle de Teresa Herrera, 7 y 9, de herida contusa en la región occipital; Carmen Escudero, de Hércules, 4, de herida contusa en la región frontal; Chelo Jean, transeúnte, de mordedura de perro en la pierna izquierda.

Emilio Albertino Santiago, de la calle de San Andrés, de relajación muscular en la mano izquierda; Blanca Dopico, de la calle de la Falperra, 37, de herida contusa en la región parietal izquierda; y Josefina Seijas, de San Andrés, 160, de herida cortante en la cara palmar de la mano izquierda.


miércoles, 7 de marzo de 2012

Ser un estudiante católico antes de la guerra


La imagen de Cancelo refleja un espacio que se ha transformado de forma notable --y no diría yo que para mejor. Se puede aumentar (Ctrl+rueda del ratón) aunque dejo una imagen actual por si no se reconoce bien. En primer lugar tenemos la calle de Fonseca con la residencia de los Jesuitas; viene a continuación un interesante edificio de viviendas, cupulado; sigue otro edificio de viviendas que por fortuna se conserva, y a su lado el viejo colegio de los Maristas, con sus dos ramas de U que levantan cuatro pisos, muro del patio por medio. El colegio y residencia de los HH Maristas fue incautado en 1931 o 32 y en él se estableció la Escuela de Comercio y la Normal de maestras. Dada la proximidad del instituto Eusebio da Guarda, el único entonces, ese entorno fue el centro estudiantil de la adolescencia local. No les vino muy bien la proximidad de la Casa del Pueblo de las Juventudes Socialistas, instalada en la calle de Juana de Vega, junto a la iglesia de los Jesuitas, en unos locales que habían sido de las congregaciones de San Estanislao de Kostka --los Kostkas-- y San Luis Gonzaga --los Luises--, y de los que se había incautado el Estado con los demás bienes de los Jesuitas hasta que con motivo los disturbios provocados durante el recuento electoral de las elecciones de febrero del 36, fueron okupados por las JJ SS, teniendo que ponerlos en la calle los militares durante el Alzamiento.

Digo que no les vino muy bien esa vecindad revolucionaria a los estudiantes porque precisamente un mes más tarde, a mediados de marzo de 1936, comienzan en la zona una serie de cacheos y agresiones a los estudiantes católicos o derechistas, en las que de nuevo salen a relucir armas de fuego. Da la primera noticia El Ideal Gallego en su número de 19 de marzo de 1936:

Los alumnos del Instituto, coaccionados

Desde hace unos días los alumnos del Instituto vienen siendo objeto de innumerables coacciones por parte de elementos jóvenes revolucionarios.

Los cachean, les pegan, los persiguen. Sobre todo si adivinan que pertenecen al sector derechista.

Los alumnos del Instituto son en su inmensa mayoría niños, muy niños. Aunque así no fuera, debían ser amparados y protegidos por la autoridad; pero su condición de menores obliga, por parte de la autoridad, a vigilar de ahora en adelante la plaza de Pontevedra y calles adyacentes donde se registran estos días hechos y casos que debían sonrojar.

Y decimos debían, porque si tuviese conocimiento de ello la primera autoridad y sus agentes, a estas horas no hubiéramos tenido necesidad de acudir en defensa de la infancia estudiantil que a nosotros nos merece nuestro mayor afecto y protección.

El 28 de marzo surgieron incidentes serios, con un arma corta por medio que esgrimió un estudiante falangista para contener a los que pretendían agredirle. Parece que este día un joven repartidor de pan pasaba por la calle de Fonseca cuando se cruzó con un grupo de estudiantes de la Escuela de Comercio. Como vio que uno llevaba una insignia de la Juventud Católica, le exigió que se la sacase. Conozco un caso similar en el que una señora me contó en los 90 que los de la Lejía le exigieron que se sacase un escapulario de Acción Católica, a lo que se negó, y se lo arrancaron. En el caso que nos ocupa, el estudiante contestó que tenía tanto derecho a ir por la calle con esa insignia como él a llevar jersey rojo. Como el repartidor no aceptó la disculpa, lo agredió; el estudiante se defendió y acabó con una muñeca dislocada; el del pan, con un ojo hinchado. No quedó este conforme y fue a buscar refuerzos a Juana de Vega, sin duda a la Casa del Pueblo de las Juventudes Socialistas. Los refuerzos se dedicaron a cachear a los estudiantes y de paso a zurrarles.

LA DETENCIÓN DE JAIME FÁBREGAS

Jaime Fábregas Fernández tenía 19 años. Vivía en Juan Flórez junto a la iglesia y residencia de los Capuchinos. Precisamente cuando se incendió este templo en 1931, un hermano suyo de ocho años, Ramón, fue herido por una bala que por fortuna sólo le ocasionó una contusión en un labio y la pérdida de un diente. Jaime era natural de Corcubión, falangista, y como tal perseguido por los jóvenes revolucionarios. Según se acredita en el sumario de la causa que se le abrió, ese 28 de marzo de 1936 se vio rodeado en la plaza de Pontevedra por un grupo de mozalbetes que pretendían agredirlo, y les hizo frente esgrimiendo un revólver, que no disparó. Al verlo, los guardias de Asalto se dirigieron a donde estaba para detenerlo pero echó a correr y acabaron haciéndose con él en la parte posterior del instituto. Se queja de que al detenerlo le dieron una bofetada. Teniendo en cuenta las eximentes que se le aplicaron, que se demostró su nula peligrosidad social evidenciada en la falta de antecedentes penales y policiales, así como el hecho de observar buena conducta, fue condenado tan sólo a tres meses de arresto mayor, parte de los cuales cumplió en su casa en prisión atenuada, y otra parte en la Prisión Provincial. Más por extenso, en mis notas.

Amplía información El Ideal Gallego correspondiente al 29 de marzo de 1936:

Ayer volvieron a ser agredidos los alumnos de los Centros docentes de esta capital

-----------

Una vez más --¿será la última?-- volvieron a ser objeto de provocación y agresión por parte de un grupo de jovenzuelos, ayer mañana, los estudiantes del Instituto, de la Escuela Normal y de la de Comercio.

Comenzó el asunto en la calle de Fonseca, al encontrarse un repartidor de pan con los alumnos de Comercio.

Aquel trató de obligar a un joven estudiante a que sacase de la solapa de la americana una insignia de la Juventud Católica.

Como el estudiante le hiciera ver que tenía igual derecho a ostentar dicha insignia que él a llevar el jersey rojo, el repartidor de pan se molestó y comenzó a repartir golpes.

El alumno de Comercio repelió la agresión y le propinó una monumental paliza al provocador, el que salió del incidente con un ojo hinchado, mientras el estudiante sufrió la dislocación de la muñeca derecha al propinar uno de los puñetazos a su contrincante.

El repartidor de pan huyó y se encaminó a la calle de Juana de Vega, donde pidió ayuda a otros jóvenes.

Inmediatamente éstos se dedicaron a registrar a todos los estudiantes y al mismo tiempo les agredían.

Se entablaron peleas en las inmediaciones de los referidos centros docentes, y hubo ocasión en que mal lo pasaría un joven que pasaba por la Plaza de Pontevedra y que no tenía nada que ver con los sucesos, si no encañonase con un revólver que llevaba al grupo de individuos que intentaba agredirle.

Dicho joven fue detenido por los guardias de Asalto y pasó a la disposición del juez de instrucción de guardia.

INCIDENTES DEL 30 DE MARZO Y CARTA DE UN PADRE

Cómo estaría la situación que La Voz de Galicia, cuya línea editorial solía adoptar un tono muy moderado, se indigna con lo que estaba ocurriendo y emplea un tono que no es en absoluto el habitual, en el que procuraban sacar importancia a cualquier suceso que afectase al orden público. No indica este medio que los ataques procedían de jóvenes que realizaban gimnasia revolucionaria. Se lee en este medio el 31 de marzo de 1936:

Una situación intolerable

--------

Siguieron ayer ante los centros docentes de esta capital y en sus inmediaciones los ataques, insultos y agresiones a los jóvenes alumnos por parte de ciertos grupos de mozalbetes que les esperan y cuya acometividad provocativa e inmotivada nadie previene ni corrige.

Se repitieron las colisiones y resultaron heridos o contusos por efecto de pedradas o golpes de porra, varios muchachos pertenecientes a conocidas familias.

Tales excesos y desmanes, van resultando de todo punto intolerables. ¿Dónde están los agentes de la autoridad cuya sola presencia bastaría para ahuyentar a los agresores? ¿Qué órdenes dicta el gobernador civil para atajar estas colisiones diarias?

¿Hasta cuándo va a seguir esta dejación de mando cuya interinidad, dado el curso de los hechos, va prolongándose en demasía?

Los incidentes del día 30 dieron pie a José Martínez Pereiro, padre de cinco estudiantes --que se vio obligado a enviar fuera de la ciudad al que estaba más amenazado de muerte-- a ofrecer sus impresiones en una carta que dirigió a El Ideal Gallego y que este medio publicó el 31 de marzo de 1936 bajo el título Padres en angustia. Destaco en negrita algunas frases.

Sr. Director de EL IDEAL GALLEGO.-- Ciudad.

Mi querido amigo: Te ruego muy encarecidamente la inserción de las líneas que siguen, intérpretes sin duda alguna de la angustia que desde hace días vienen pasando muchos padres y muchas madres de familia de La Coruña.

Al regresar ayer a mi casa, después de pasar varias horas trabajando intensamente en mi oficina, hallé ante la puerta un nutrido grupo de personas, la mayor parte niños de 10 a 15 años en actitud un tanto anormal. Averiguo la causa y me entero de que uno de mis hijos, de 14 años, que jugaba con otros amigos en un parque de la ciudad, había sido rodeado por diez o doce muchachitos, una buena parte de ellos presentes, con objeto de darle una paliza. Pregunto por qué y me dice una hija que evitó la agresión que a ella se le había contestado que "porque les daba la gana". Alguien me llama la atención acerca de un jovencito de uno de cuyos bolsillos asoma una piedra puntiaguda de peso no inferior a quinientos gramos; intento detener al presunto agresor y no es posible, porque rápidamente se pone fuera de mi alcance, aunque no desiste ni mucho menos de la actitud insolente y provocativa que había adoptado.

Llegado a mi domicilio y enterado al por menor de lo sucedido, llamo telefónicamente al Excmo. señor gobernador civil, quien amablemente dialogó conmigo, pero no pude lograr más resultado positivo que el de que seguiría tomando medidas para evitar incidentes. Yo no sé si el señor gobernador tiene o no hijos. Si los tuviera comprendería sin duda la horrorosa situación de una familia con cinco hijos matriculados en el Instituto y amenazados todos de muerte por el delito de confesarse y conducirse como católicos. Así llevamos muchos días, y la situación, lejos de mejorar, empeora de día en día. Ayer, por ejemplo, fueron puestas fuerzas de Asalto en las proximidades del Instituto. Mis hijos me dicen que a pesar de ello, los "pioneros" entraron en el edificio, y algunos de los alumnos que forman parte de esa organización, o sección o lo que sea, señalaban a los que no lo eran, sus compañeros clasificándolos según su criterio: "ese es fascista; ese, de los estudiantes católicos; ese, socialista, etc. ¡Y pensar que ni perseguidores ni perseguidos pasan de los 14 años!

Vista la inseguridad y la falta de garantías respecto a la integridad personal, acuerdo enviar fuera de la ciudad al más amenazado de los hijos. Espero de la comprensión de los catedráticos y profesores una generosa interpretación del principio y del fin de las vacaciones de primavera. Pero me quedan otros cuatro por los que he de temer constantemente y a los que en verdad no sé qué decir como padre. ¿Les aconsejo que resistan a la violencia? Ya puedo contar con que conocerán las incomodidades de prevenciones y calabozos de comisarías y cuartelillos cuando no de prisiones ¿Les digo que eviten, pase lo que pase, todo choque? Pues he de resignarme a tener provisión de vendas y material quirúrgico. Todos sabemos que no discurro ante hipótesis improbables sino ante realidades trágicas. Las familias que, aun como la mía, ponen cuidado exquisito en cumplir hasta el más pequeño pormenor las disposiciones vigentes, que respetan en absoluto el régimen constituido, que, sin falsa modestia, pueden considerarse modelos entre los que cumplen sus deberes ciudadanos, jurídicos, morales y cívicos, pero que creen que todo ello es perfectamente compatible con la profesión de una fe sincerísimamente practicada no pueden ser mantenidas sin protección contra las amenazas de grupos inciviles que no sólo son intolerantes con quienes en la calle ostentan emblemas no coincidentes con su ideología, sino que van a buscar a donde los encuentren a quienes presumen enemigos o adversarios suyos.

Ni es posible vivir con tal inseguridad, ni que a los padres se nos ponga ante el espantoso dilema de contemplar impasibles como nos matan a los hijos o estar constantemente dispuestos a matar en defensa de ellos. Sin duda, todos los que fundamentalmente piensan como yo, se unen con fervor al apremiante llamamiento que hago a la autoridad para que el orden y el respeto mutuo sean mantenidos en la calle y en los centros de enseñanza. Que no se nos hable de medidas. Que se nos ofrezcan realidades.

Con gracias anticipadas, querido director, te saluda y estrecha la mano tu atribulado amigo

JOSÉ MARTÍNEZ PEREIRO


No fueron las últimas colisiones de la temporada en las que jóvenes revolucionarios agredían a estudiantes católicos o de derechas, pero sí las del mes, y creo que para una anotación es suficiente por hoy.



lunes, 5 de marzo de 2012

Atraco a Anselmo Cea: '¡papel, más papel!'


Sin salir de marzo del 36 sigo con otro episodio en el que intervienen pistoleros. Este atraco figura en la Relación de hechos... (pp. 13-17) que entregó Calvo Sotelo en el Congreso, aunque aparece entre los ocurridos el día 18 de marzo de 1936. En realidad sucedió sobre las ocho de la tarde del lunes 16 de marzo de 1936.

Anselmo Cea, como me decía hace poco la viuda de un exportador de pescado, "estaba bien". No se refería a su físico sino que se encontraba en una posición económica desahogada. Era propietario de una fábrica de salazón, se dedicaba a la exportación de pescado y era por aquellas fechas un pequeño armador de buques pesqueros. Vivía en el número 54 de la avenida de Fernández Latorre, que si como creo, conserva la numeración en ese tramo, se corresponde con la casa de la imagen. Ese 16 de marzo llegó a su casa y al entrar en el portal y comenzar a subir las escaleras, dos individuos le dieron el alto y lo encañonaron con sendas pistolas. Uno de los atracadores cubría el rostro con un pañuelo negro y el otro había enterrado la boina casi hasta los ojos. Le indicaron que no se moviese y procedieron a cachearlo, llevándole 1.400 pesetas en billetes de banco más 285 que llevaba sueltas. Al grito de "papel, más papel", parece que hasta llegaron a descalzarlo, y así le encontraron en el chaleco tres cheques: dos contra el Banco Pastor, de 1.395 y 1.151 pesetas, junto con otro contra el Banco de Bilbao por 420 pesetas. Los talones fueron anulados, pero del papel restante no se volvió a saber. No lograron encontrarle 18.000 pesetas que llevaba en un bolsillo interior de la americana, y que era lo que seguramente buscaban los atracadores al ser día de pagos en el muelle, y tal vez estar enterados que el exportador había realizado operaciones y cobros de cierta importancia.

Sobre el hecho se tramitó un sumario que fue sobreseído en la Audiencia al no capturarse a los atracadores.

Se lee en La Voz de Galicia correspondiente al 18 de marzo de 1936 una noticia con varios errores que rectifican al día siguiente:

UN ATRACO

-------

En las últimas horas de la noche de anteayer y cuando se reintegraba a su domicilio, en la calle de Castiñeiras de Abajo, el armador de vapores pesqueros y dueño de una fábrica de conservas de pescado, don Anselmo Cea García, fué víctima de un atraco.

Al penetrar en el portal de su vivienda el señor Cea, se encontró con un sujeto que por el momento no le infundió sospecha alguna.

Pero, le ocurrió que, ya dentro del portal, el que quedaba en la puerta y otro individuo enmascarado que estaba en las escaleras le encañonaron con pistolas automáticas.

Le obligaron al señor Cea a que les entregase la pistola que llevaba, y conseguido ésto, le exigieron el dinero que tenía consigo.

Y con efecto, les hizo entrega de mil y pico de pesetas; pero como no estuvieran conformes le cachearon, sacándole varios cheques de importantes cantidades.

Dada la precipitación con que actuaron los atracadores no dieron con 8.000 pesetas en billetes que guardaba en un bolsillo oculto de la americana.

Los ladrones se dieron a la fuga.

El perjudicado avisó urgentemente al Banco donde habían de ser cobrados los cheques, para que no se hicieran efectivos. Desistió de dar conocimiento del hechos a las autoridades.

Una versión corregida, también en La Voz de Galicia de 19 de marzo de 1936:

Detalles de un atraco

-----

Ampliando lo dicho ayer acerca del atraco de que fue víctima el conocido y apreciado exportador de pescados don Anselmo Cea, podemos decir que el inesperado suceso acaeció a las ocho, aproximadamente, de la noche, en el momento en que el señor Cea se disponía a subir la escalera de la casa núm 54 de la calle de Fernández Latorre.

Dos hombres que penetraron detrás le dieron el alto, en la misma escalera, encañonándole con sendas pistolas. Le intimaron a que no se moviese y procedieron a cachearlo.

Uno tenía cubierto el rostro con un pañuelo negro y el otro había enterrado la boina hasta cerca de los ojos.

Se apoderaron de 1.400 pesetas en billetes del Banco y 285 que llevaba sueltas en los bolsillos del pantalón y de la chaqueta. Le desabrocharon el chaleco y examinaron hasta los zapatos sin mayor éxito.

Lo que buscaban era "papel, más papel", según decían, y fué entonces cuando dieron en un bolsillo con dos cheques contra el Banco Pastor de 1.395 pesetas uno y de 1.151 otro, y además un tercero contra el Banco de Bilbao por 420 pesetas. Como no hallaron más, se fueron, caminando de espaldas y sin dejar de encañonar al señor Cea. Ya en la calle, desaparecieron.

El momento del golpe no estaba mal elegido, por que como era día de pago en el puerto pesquero, el señor Cea había realizado operaciones y cobros de cierta importancia.

En un bolsillo interior de la americana llevaba el señor Cea en un envoltorio la cantidad --18.000-- que sin duda buscaban afanosos los ladrones. Pero no dieron con ella, por casualidad favorable para el conocido industrial. No es cierto que éste llevase arma alguna.

Dicho se está que aquellos cheques sustraídos quedaron anulados en los Bancos.




jueves, 1 de marzo de 2012

Otro tiro en la noche


No me voy muy lejos. Al día siguiente, en la noche del 14 de marzo de 1936, se encontraba el fotógrafo Victoriano Gundín en un café que daba a la calle de los Olmos. Al salir, fue agredido en la cabeza por un desconocido. Este fue perseguido por alguien que al parecer hizo un disparo al aire sin que el agresor se detuviese.

Este hecho sólo lo puedo documentar a través de una noticia de prensa. Supongo que al tratarse de lesiones leves, de las mismas conocería el juzgado municipal correspondiente. Como los papeles generados en los juzgados municipales de La Coruña --salvo la documentación de los registros civiles que llevaban los dos-- se expurgó, no es posible ampliar detalles. Por lo que atañe al disparo, tal vez no se incoaron diligencias sobre el hecho porque quien disparó poseía licencia de armas con la guía correspondiente; o tal vez se incoaron por uno de los juzgados, supongo que de instrucción, y la causa se perdió, al menos yo no la localicé. A saber.

Os dejo con la noticia que publica La Voz de Galicia el 15 de marzo de 1936:

Un tiro en la noche

Anoche, a las once y media, cuando se hallaba con otro amigo en un céntrico café el fotógrafo Victoriano Gundín, de 25 años, soltero, vecino de la calle de la Torre, 69, al salir al pasillo del mismo, que da acceso a la calle de los Olmos, fue agredido por un individuo que le dio un golpe en la cabeza, lesionándole.

Se le condujo a la Casa de Socorro del Hospital, donde fué asistido de una contusión en la cabeza, de carácter leve, salvo complicaciones.

El desconocido agresor desapareció, ignorándose quien pueda ser. Persiguiéndole, alguien disparó un tiro al aire, para que se detuviese; pero no lo hizo y siguió corriendo.