miércoles, 30 de marzo de 2011

Bando por el que se declara el estado de Alarma


Me voy a especializar en bandos. Cuando estos documentos eran serios, y no los que se emplean ahora por los ayuntamientos para anunciar cualquier bobería, ofrecían un contenido muy interesante y claro sobre el funcionamiento aquella sociedad. Recordaréis que durante la II República, su población vivió muy pocos días sin que los estados excepcionales hubiesen suspendido las garantías constitucionales. El 7 de enero de 1936 se recuperaban estas garantías en todo el territorio nacional. Pero tras las elecciones del 16 de febrero, al día siguiente, el Gobierno de Portela Valladares vuelve a suspender las garantías constitucionales declarando el estado de Alarma. Como durante aquella república, tanto con el Estatuto Jurídico, como con la Ley de Defensa de la República o con la propia Ley de Orden Público, se pasaron los cinco años en una situación similar, ya me diréis qué clase de democracia es aquella en la que los gobiernos, durante largos períodos, podan las libertades y los derechos de los ciudadanos del modo que se puede leer en este bando, en el que falta por decir que con el estado de Alarma se establece la censura previa en la prensa, así que difícilmente nos encontraremos con noticias sobre aquella calle, sobre las luchas callejeras. También falta por decir que este bando aparece publicado en El Ideal Gallego de 19 de febrero de 1936:

BANDO

Don José Cobreros de la Barrera,

Gobernador civil de esta provincia


HAGO SABER

Que por el Gobierno de la Nación se ha acordado declarar con esta fecha el estado de alarma en todo el territorio español, con arreglo a lo preceptuado en el artículo 34 de la vigente Ley de Orden Público.

En su consecuencia, y teniendo en cuenta las prescripciones contenidas en el capítulo tercero del título segundo de la expresada Ley, recuerdo a los ciudadanos, para que lo tengan presente, lo que sigue:

1º. Serán detenidos y expulsados los extranjeros no establecidos en el territorio español que hayan dejado de cumplir los requisitos de permanencia que las leyes y reglamentos señalan; y los establecidos que directa o indirectamente tomaren parte en cualquier alteración del orden.

2º. Quedan prohibidos los grupos de personas en la vía pública. Si se formaran, serán intimadas a disolverse, y si desobedecieran se empleará la fuerza para conseguirlo después de dar tres toques de atención, que no serán necesarios, ni aún intimación, cuando fuere agredida.

3º. Se procederá a la detención de quien o quienes se considere fundadamente que pueden ser obstáculos, en menos o mayor grado, para la conservación del orden.

4º. Serán compelidas a cambiar de residencia a una distancia no mayor de 150 kilómetros, las personas de conocida peligrosidad para la conservación del orden, o sobre las que recaigan racionales sospechas de participación o intento de participar en su alteración. Cuando concurran agravadas las citadas circunstancias, se acordará su destierro a una distancia que no excederá de 250 km.

5º. La Autoridad civil, o sus agentes, previa, orden de aquella y obrando como delegados suyos, podrán registrar el domicilio de cualquier español o extranjero, sin su consentimiento, verificándose el acto ante el mismo y en su defecto su encargado, personas de su familia, o vecinos, por este orden, no pudiendo negarse a prestar su asistencia, incurriendo, si a ello se resistieren, en delito de desobediencia grave, siendo, en tal caso, detenidos en el acto y entregados a la Autoridad judicial. No será necesaria la orden de la Autoridad civil cuando los agentes fueran agredidos, se atentara contra ellos desde el domicilio de los que se tratara de registrar, se refugiare en él un perseguido, o hubiere precisión de auxiliar a persona o personas que en él estuvieren.

6º. No podrán celebrarse reuniones ni manifestaciones de clase alguna sin previa autorización de la Autoridad civil, la que podrá suspender o restringir los derechos de asociación o sindicación.

7º. La Autoridad civil utilizará todas las facultades que dentro del estado de alarma se le atribuyen en la Ley de Orden Público, tanto las consignadas, como las no expuestas, que restringen los derechos de los ciudadanos, y adoptará las medidas preventivas que conceptúe convenientes para la conservación del orden.

8º. Se previene que la Autoridad gubernativa provincial está facultada para castigar las infracciones de la Ley y los actos que se realicen o intenten realizarse contra el Orden Público durante el actual estado de alarma, además de las penas gubernativas indicadas, con multas hasta cuantía de diez mil pesetas; sancionándose la reincidencia con un aumento de un cincuenta por ciento.

Los Alcaldes y Delegados darán la mayor publicidad a las disposiciones contenidas en este BANDO, y me comunicarán inmediatamente haber quedado enterados y cumplido lo ordenado.

De todas las Autoridades, como de los ciudadanos en general, espero su valiosa cooperación para la conservación del orden, y a todos deseo paz.

La Coruña, 17 de febrero de 1936.


El Gobernador civil.


viernes, 25 de marzo de 2011

Proclamación del comunismo libertario en Oleiros


Ayer leía en La Voz de Galicia que en el término municipal de Oleiros, inmediato a Umbilicus mundi, se había inaugurado una nueva casa cuartel de la Guardia Civil. Lo que me recordó un suceso chusco que no es de temer vuelva a ocurrir: la proclamación del comunismo libertario en Oleiros en el año 1933. Un suceso en el que se tuvo el cuajo de intentar asaltar el cuartel de la Guardia Civil. Ya me diréis si el relato que sigue se corresponde o no con lo que hoy denominamos terrorismo y si el bueno de Julio Rodríguez Blanco no tenía razón cuando denominaba a la huelga de la construcción en su última fase, huelga terrorista.

El 13 de diciembre de 1933 los vecinos de dos parroquias de este término municipal, San Pedro de Nos [especialmente agitada: quemaron dos veces la iglesia, incendiaron un tranvía, pusieron una bomba en la casa del párroco, echaron a las monjas de la escuela que allí tenía la Fundación Juana de Vega, se les ocuparon depósitos de armas y explosivos, etc.] y Santa María de Oleiros, decidieron sumarse a la huelga terrorista iniciada en otros puntos de España a principios de mes con diversas acciones violentas. Llama esto la atención porque Oleiros fue y sigue siendo en parte, un lugar en el que diversas familias pudientes tenían chalés, pazos y fincas de recreo en general, en las que los lugareños obtenían trabajo o vivienda, bien como caseros o como empleados de las fincas. Quiero decir con lo anterior que no eran precisamente los trabajadores más desfavorecidos y pobres de aquella sociedad. El analfabetismo y la juventud eran abundantes, acabaron empapados de pseudoideología libertaria y no dudaron en emplear la violencia. No se diga que eran jóvenes idealistas, porque los de ETA también tienen ideales y si jugamos al presentismo como juega la media memoria, tengo que decir que me parecen igualmente abyectos ¿O no?

Al parecer a primera hora de la tarde de ese 13 de diciembre de 1933, los terroristas cortaron una carretera de la zona con varios postes que cruzaron sobre la misma. Acudieron tres guardias civiles para despejar el camino siendo tiroteados desde un bosque inmediato. También se intentó incendiar una finca en la que veraneaba Casaritos, que lo querían muchísimo como vimos. Mientras tanto, otro grupo de unos 60 o 70 hombres se dirigió a la casa cuartel de la Guardia Civil de Oleiros con intención de tomarla, creyendo que en la misma sólo se encontraban las mujeres de los guardias. No era así, en el cuartel permanecía el cabo comandante del puesto y un guardia, que repelieron a tiros los ataques producidos incluso mediante explosivos. Los defensores sufrieron algunas heridas, por fortuna de escasa importancia. Al escuchar las explosiones los guardias que despejaban el camino, volvieron al cuartel logrando dispersar también a los asaltantes. Para restablecer el orden, contaron con la ayuda de una camioneta de guardias de Asalto más fuerzas de la Guardia Civil que se desplazaron desde la capital. Los asaltantes enarbolaron una bandera roja y negra en la esquina de una casa proclamando el comunismo libertario; cortaron el suministro eléctrico y el teléfono; y abrieron zanjas en varios caminos con el propósito de cortar las comunicaciones. Sobre esto de abrir zanjas en los caminos, otro día día me ocuparé de un episodio en el que abren zanjas en los caminos, las cubren con ramas, y cuando llegan en su camioneta los guardias de Asalto, caen en ellas, siendo tiroteados desde las cunetas. En el asalto a esta casa cuartel de Oleiros, en un principio se detuvo a siete cabecillas.

Los disparos realizados por los sitiados para repeler el asalto ocasionaron la muerte de uno de los terroristas. A los pocos días, se encontró en una huerta inmediata al cuartel el cadáver de Francisco Llerena Quesada, destacado anarquista que presentaba sendos orificios de fusil en cuerpo y cabeza. En sus ropas se encontró un centenar de cartuchos.

Por supuesto que los detenidos no se fueron, (hasta la llegada del funesto) FP, de rositas. Aunque sólo se había declarado el estado de Prevención, tratándose como se trataba de un ataque a un edificio militar, los detenidos fueron juzgados en consejo de guerra ordinario de plaza, que se celebró el 16 de enero de 1935. Fue condenado a cadena perpetua Ernesto Santiso Rodríguez, de 26 años, liberado se supone que como los demás en la amnistía de febrero de 1936, que se hace falangista al llegar la guerra y fallece en el Tercio en 1937 (p. 201); Cándido Patiño, dos años de reclusión; Ricardo González Villaverde, seis meses y un día; Juan Riobóo Gómez, dos años; Jesús Serantes Gómez, cuatro años; Francisco Seijo, seis meses. Julio León Purón, José María Rey Ferreiro, Ricardo Pereiro Varela y Tomás Castelo, a varios meses de prisión. Si la noticia que utilizo es del todo cierta (otra noticia), de los trece procesados, tres saldrían absueltos al no mencionarse su pena.



domingo, 20 de marzo de 2011

Historia de una bala


De lo que os cuento hoy, como lo que os suelo contar, los señores de la media memoria, ni mu, oye, no vaya a ser que sus hagiografiados no sean tan santos como venden en televisión. La Voz de Galicia publica hoy un reportaje dedicado al Archivo del Reino de Galicia. Lo ilustran con varias imágenes de Kopa, entre otras, una de esta bala correspondiente a "un juicio de 1934". Como estoy seguro de poder identificar esta bala, os cuento un poco por encima su origen. En cualquier caso, os dejo mis notas sobre el proceso al que corre unido este proyectil.

El 21 de agosto de 1933 se declaró una huelga del ramo de la construcción, primero por 72 horas, posteriormente indefinida, y que se prolongó por espacio de unos siete meses. La huelga devino a partir de diciembre del 33, en lo que de forma guay, bucólico-pastoril, se suele denominar por los de la media memoria, huelga revolucionaria; y que el bueno de Julio Rodríguez Blanco, al que aquellos obreros anarkas que dominaban en la población le metieron entre pecho y espalda el proyectil que ilustra esta anotación, denomina con toda propiedad, huelga terrorista.

No le faltaba razón. A mediados de enero ya le habían puesto unas bombas en el garaje donde guardaba un coche y un camión, ocasionándole daños por valor de unas 29.000 pesetas de la época. Para variar, no se pudo detener ni menos condenar a los autores del atentado.

El 2 de febrero de 1934 salía del cine el mencionado patrono de la Construcción, Julio Rodríguez Blanco, con escolta de tres policías de paisano cuando fue tiroteado en pleno cruce de la calle de los Olmos con Galera y General Mola (antes Perete). La Policía persiguió a uno de los miembros del comando logrando darle alcance. Resultó ser Santiago Galeote, oriundo de Getafe, en donde ya había sido condenado por hurto de gallinas... Cuando yo os digo que esta izquierda, hoy mitificada, no era gente decente sino mera chusma, es por cosas como esta. El comando estaba formado por otras personas para las que no fue posible declarar como probada su adscripción al grupo. En cualquier caso, yo en las causas, entiendo que lo sucedido es en líneas generales lo que dice la Policía, que con los medios de investigación con que contaban, era tan posible que la Policía conociese perfectamente quienes participaban en los hechos a través de sus confidentes, como difícil aportar pruebas que permitiesen a un tribunal declarar esos mismos hechos como probados. Los abogados defensores tendían a buscar "pruebas" que introdujesen la duda sobre la forma en la que se desarrollaron los hechos, y ya se sabe que in dubio, pro reo. Los acusados o procesados, presos sociales, no tenían mayores problemas para encontrar testigos que declarasen haberlos visto, el mismo día y a la misma hora de los hechos: en otro cine, con la novia, en un bar, etc.

Por otra parte, la tortura se nos puede antojar inaceptable con la mentalidad de nuestros días, pero yo no pongo en duda que resultaba eficacísima para obtener un relato fiel de lo sucedido, aunque no se pudiese probar ante un tribunal. Y aquella policía, estoy convencido de que tenía la mano algo larga a la hora de dar bofetadas, con la complicidad tácita de los restantes poderes públicos. De la Guardia Civil se decía, y me refiero al período republicano, que para obtener confesiones, amenazaban a los detenidos con meterlos en el pilón, o con atarlos a la cola de los caballos y darles una vuelta por el patio. De todos modos, tengo la sensación de que el modo habitual de obtener confesiones, cuando se empleaba la tortura (que ni mucho menos era siempre), se reducía a darle unas bofetadas más o menos contundentes al detenido.

Si aceptamos la versión de la Policía sobre este atentado, en él intervinieron además de Santiago Galeote Pereira, de 25 años; Arturo Meirás Martínez, de 21 años, que ya contaba con antecedentes, era boxeador..., no se pudo condenar, y al comenzar la guerra fue fusilado sin formación de causa; Luis López Rodríguez @ Regueira, de 33 años, que tampoco se pudo condenar; Juan Arévalo Castro, de 29, ídem; Fernando Pombo Segade, de 17 años, ídem de ídem, también paseado al comenzar la guerra. Todos anarquistas...

Al final del proceso, el 20 de enero de 1936, la Sección 2ª de la Audiencia Provincial dicta sentencia condenando a Santiago Galeote Pereira a seis años y un día de prisión mayor, accesorias, costas, etcétera, así como a abonar una indemnización de 500 pesetas al perjudicado que ya había fallecido por esas fechas, también de un disparo. Si Galeote llevaba en prisión desde febrero del 34, tendría que salir de la misma en febrero de 1940. Pues no. Llega el (funesto) Frente Popular al poder tras las elecciones de febrero de 1936, y el 22 de este mes, la misma Sección 2ª declara amnistiada su pena, salió a la calle y debió esconderse bien porque no lo fusilaron durante la guerra ¿Pero es que alguien puede entender como normal, que quien disparó esta bala contra otro ciudadano, siendo condenado a seis años de prisión, se fuese de rositas con sólo dos años? ¿Cómo no iba a fracasar aquella república si se alentaba la delincuencia político-social? Ya los pondrían en la calle cuando ganasen los suyos. Los acosados se cansaron de pagar siempre ellos los platos rotos, y pasó lo que pasó.

Por último ¿se conocen en Umbilicus mundi y durante la II República, intentos de asesinato o asesinato de sindicalistas, incluso de dirigentes sindicales o de políticos de izquierda realizados por Falange, las derechas, o por la misma patronal de la construcción? Autorrespuesta: no.

AMPLIACIÓN (11/12/2012)

Como uno de los descendientes de Julio Rodríguez Blanco está interesado en obtener mayor información sobre su asesinato ocurrido el 14 de septiembre de 1934, copio lo que publica La Voz de Galicia correspondiente al día 15:

EL DRAMÁTICO SUCESO DE AYER

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Es muerto de tres balazos el maestro constructor D. Julio Rodríguez

La aprobación de las bases que ayer publicábamos dando resolución al pleito que estaba planteado en el gremio de la construcción y que mantenía en huelga a los obreros que trabajaban en las obras de los constructores don Julio Rodríguez Blanco y don José Medina, tuvo ayer un triste y dramático colofón.

Por causas que no hemos indagado, el presidente del gremio patronal de la construcción señor Rodríguez Blanco, dejó que el vicepresidente del gremio señor Medina, fuera quien asistiese a las deliberaciones que vinieron efectuándose, y que culminaron con la aprobación de las indicadas bases, que merecieron la sanción favorable de los sindicatos obreros y plácemes de cuantos ayer hubieron de leerlas y meditarlas.

Faltaba, sin embargo, darles un último trámite, y para ello debía reunirse, a las dos de la tarde, el gremio patronal.

Así las cosas, en las primeras horas de la mañana, al leer el señor Rodríguez Blanco las bases en los periódicos, llamó por teléfono a las oficinas que don José Medina tiene establecidas en la planta baja de la casa que construye en la calle del Arzobispo Lago González, a espaldas del Palacio de Justicia y esquina a la calle de Ferrol.

Discutieron por teléfono ambos patronos, y parece, según una versión que llega a nosotros, que el señor Rodríguez recordó al señor Medina su condición de presidente del gremio. Subió de tono la conversación y lo mismo el uno que el otro de los polemistas la interrumpieron, cortando el diálogo y colgando los auditivos.

El señor Medina salió entonces de su despacho y sin perder momento quiso acudir al Gobierno civil para dar cuenta al señor Novoa González de lo que ocurría.

Cuando llegaba a los jardines que existen ante el Palacio de Justicia recordó que tenía que dar algunas órdenes y retrocedió.

Conversaba con los capataces y encargados de tajo en su despacho, cuando dieron unos golpes a la puerta.

Abre ésta hacia afuera y el señor Medina, que era quien, de pie, en la habitación, estaba más cerca, la empujó, encontrándose con el señor Rodríguez Blanco, que, descompuesto, le increpaba. Se cambiaron frases agrias y rápidas. Y el señor Rodríguez Blanco, amenazó con la pistola al señor Medina. Ambos forcejearon y el señor Medina se tiró al suelo para evitar que le alcanzase un disparo.

La escena fue rapidísima.

El capataz don Francisco Zurimendi que estaba inmediato, acudió a contener a don Julio Rodríguez.

--¡Arroje usted eso! ¡Arroje usted eso! --dijo Zurimendi al señor Rodríguez.

El increpado no contestó y, nervioso, encañonó al señor Zurimendi.

Este, casi sin darse cuenta de lo que hacía, y ante la inminencia del peligro, disparó su pistola tres veces contra el señor Rodríguez Blanco, a quemarropa.

Las tres balas causaron otras tantas heridas.

Cayó al suelo el herido, que se incorporó rápidamente, y, ayudado por un transeúnte, pudo llegar hasta la Clínica del doctor Araújo, que se halla próxima al lugar del suceso.

El señor Araújo, después de prestarle los primeros auxilios, y, comprendiendo la gravedad en que el herido se encontraba, le condujo en el automóvil del mismo señor Rodríguez, hasta el Sanatorio del Pilar, donde los notables cirujanos don José Barbeito y don Amadeo Rey Grimaldos hubieron de someterle a una urgente y delicada operación quirúrgica para extraerle las balas. Les ayudó en su tarea el practicante señor Vázquez.

Uno de los proyectiles había fracturado la décima costilla, atravesando el pulmón derecho. Otro le había perforado el hígado, y el tercero, había atravesado el muslo derecho, presentado orificios de entrada y salida.

De momento, no se le extrajo la bala que había interesado el hígado, por hallarse alojada en la región lumbar.

En el lugar de la ocurrencia fueron hallados los casquillos de los tres proyectiles 6'35, pertenecientes a la pistola utilizada por el señor Zurimendi.

El Juzgado de guardia del distrito del Instituto se personó a practicar una visita ocular en el lugar de los hechos, y luego se constituyó en el Sanatorio, para tomar declaración al herido.

Los señores Medina y Zurimendi fueron detenidos y llevados a la Comisaría de Policía, donde fueron interrogados, y de allí pasaron a presencia del juez, que decretó el ingreso del señor Zurimendi en la cárcel.

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Según nuestras noticias, pues el Juzgado guarda grande y natural reserva, el herido no negó que hubiese empuñado su pistola, amenazando al señor Medina, ante la forma en que fué recibido.

Lo que parece comprobado es que no disparó el arma.

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A las cuatro de la tarde, dejaba de existir el señor Rodríguez.

Antes, y a su petición, había recibido los auxilios espirituales.

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La Asociación Patronal enlutó ayer sus balcones y colocó una mesa con pliegos en el vestíbulo de su domicilio.

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Ayer tarde, llegaron de Vigo la viuda e hijos del finado.

El cadáver será trasladado hoy a aquella ciudad.

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Era el finado maestro, contratista de obras municipales y tenía en ejecución, como tal, el mercado de San Agustín, la casilla-biblioteca de los jardines, la apertura de Calles en el Corralón de la Palloza, además de otros que ya estaban recibidas.

Tenía también contratadas con el Estado las obras de adoquinado del muelle de la Palloza en La Coruña y de un cuartel en Ferrol.

Construía asimismo el edificio de la Unión Tabacalera, en la Avenida de Fernández Latorre.

Había construido también varias casas de una nueva barriada coruñesa y tenía en otros puntos de Galicia diversas contratas.

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El señor Rodríguez Blanco era un hombre activo, laborioso, emprendedor; de afabilidad en su trato, dotado de cierto indudable don de gentes.

En La Coruña había conquistado un puesto de significación como contratista de obras y en su actuación en conflictos sociales tuvo intervención señalada, habiéndosele conferido últimamente el cargo de presidente del gremio patronal a que pertenecía.

A La Coruña llegó procedente de Vigo, y no tardó en ocupar primer lugar en las contratas públicas, pues acudía con valentía a todas las licitaciones de algún empeño.

El cadáver del señor Rodríguez Blanco recibirá sepultura en Vigo, adonde será conducido hoy a la una y media de la tarde, despidiéndose el duelo en el Sanatorio del Pilar.

Reciban nuestro pésame la viuda doña Dominga Costas Otero, hijos, hermano don Marcelino y demás deudos, así como a la Asociación a que pertenecía.



viernes, 18 de marzo de 2011

Los de la Lejía, víctimas en vida


Lo dicho, os dejo sendos sueltos publicados en Joven Socialista. Órgano de la Juventud Socialista de La Coruña, en su nº 5 de 24 de noviembre de 1935. Por ellos se comprueba que los de la Lejía ya iban de víctimas, incluso antes de ser fusilados:

Hace días en la calle de San Roque, delante de la casa del contratista de las obras de los fuertes, le dieron una soberana paliza a un esquirol. Nos extraña sobremanera no hubiera la policía buscado "a los de la lejía".

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Ardió la casa de la Manolita. Se cree ha sido alguna mano criminal. Se busca "a los de la lejía".

Por supuesto, la mala fama no se la habían ganado a pulso, y la policía era un cuerpo represor y genocida, etcétera, que no tenía confidentes y los buscaba hasta en el supuesto incendio de la casa de la Manolita, que supongo será Manolita la del Relleno, uno de tantos personajes de la época, como Cirilo, que había ido dos veces a Roma, llevaba los pies vedados, el cuerpo cubierto de medallas, y decía: ¿Veís en mis ojos al Papa? Otro era Marcelino el del Cantón, que iba de lord, hablaba en inglés con los turistas que desembarcaban, y no daba corte a cualquiera. En cierta ocasión pasó por su lado el banquero Pedro Barrié de la Maza y le ofreció trabajo: ¡Que traballe Barrié! Por citar otro más, Pepiño o tonto, que también era conocido por decir: Pedra que tiro, pedra que da, e senón da, pasa rozando. Los de la Lejía eran unos auténticos personajes, parangonables en fama a los anteriores. Con la diferencia de que de los anteriores, a lo sumo se podía recibir una pedrada de Pepiño. A ver si otro día os cuento el caso de una reunión clandestina, en la que tuvieron el cuajo de afirmar que tan sólo estaban comiendo berberechos XD Lo peor es que coló, y ya se sabe que cuando no se hace justicia, se abre camino a la venganza.



miércoles, 16 de marzo de 2011

Falangistas dando ricino a un falangista-socialista


Uno de los lápices a los que más punta han sacado los señores de la media memoria es el ricinado de Emilio Veiras Astray, ocurrido el 15 de febrero de 1936. Como creo que lo que se cuenta es AgitProp en estado puro, pues llegan a deturpar las fuentes, os ofrezco mi versión.

Ya nos ocupamos de Emilio Veiras con ocasión de la huelga de estudiantes antimarxistas y monárquicos, detenido cuando pretendía enarbolar una bandera roja. Lo vimos también en 1970 cuando se fingía inspector de Industria, y según La Vanguardia, con más de 30 años de actividades delictivas a sus espaldas...

Los falangistas no reaccionaban si una acción no los obligaba a ello. En este caso, y con las fuentes que cito, yo diría que el 15 de febrero de 1936 Emilio Veiras Astray, de 14 años, iba por la calle en compañía de otros socialistas, José María Rey González de 19, y Antonio Rosende Calvo, de 17, cuando se encontraron con el falangista Luis Caamiña Canosa, de 18 años. Según este último, Emilio Veiras estaba afiliado tanto a Falange como a la Juventud Socialista... El servicio de información de Falange era envidiado (Cf. Fernando Meleiro en su Anecdotario de la Falange de Orense), pero en esta ocasión, tal vez el topo era un socialista que se fingía falangista, y estos últimos le aplicaron el castigo que los falangistas daban a los chicos malos.

Al encontrarse Emilio Veiras con Luis Caamiña, le reclamó una fotografía a éste, el cual le manifestó que la tenía en el local de Falange Española, y que podía ir allí a buscarla. Allá se fue Emilio, y al llegar se encontró, según algunos medios, con Juan Canalejo y con el conserje de Falange Española, Avelino Méndez Núñez, del que también nos ocupamos, que le hicieron beber ricino a punta de la pistola de Canalejo. La madre de Emilio declara a La Voz de Galicia que también le dieron gasolina, e incluso otros medios añaden a lo anterior polvos de jalapa (usado como purgante para bebés), pero estos datos no aparecen en el rollo de la Audiencia que os adjunto en mis notas y me parece más fiable que una noticia de prensa. Las mismas noticias que emplean estos señores que tienen media memoria, indican que tras el ricinado el muchacho se encontraba muy grave en el Hospital, cosa escasamente creíble tanto porque los efectos de una intoxicación por purgantes difícilmente generan un cuadro muy grave, como porque el sumario se declara concluso el día 24 de febrero, y en caso de estar muy grave el bueno de Emilio, ni hubiese sido alta en el Hospital Municipal en fecha anterior, ni el juez de instrucción habría declarado concluso el sumario en cuestión sin esperar a que el lesionado recuperase la sanidad, o falleciese.

El hecho es una burrada sin paliativos para una mentalidad como la nuestra, pero es propio de una época y una sociedad violenta, en la que los niños, por ejemplo, jugaban a apedrearse o se retaban en temibles pedreas en las que hubo algún lesionado de mucha mayor consideración que la que puede ocasionar una purga con ricino; por otra parte, si me dan a escoger entre que me me den ricino unos falangistas y que me apuñalen por la espalda unos socialistas, o que me den un palizón estos últimos, creo que me quedo con el ricino. Más se quedaría un muchacho de los años 30 que tomaba ricino por cualquier cosa: que estaba empachado, ricino; que se encontraba inapetente, ricino; que se quería prevenir un catarro (sic!), una buena dosis de ricino, etc. Aquella generación tenía especial querencia a purgarse. De hecho, aún recuerdo yo de mi adolescencia ver en algún cuarto de baño algo así como una esfera de caucho de la que salía un largo tubo del mismo material. Pregunté, y resultó que era para darse una irrigación. Al parecer hervían agua, la dejaban templar y le añadían según recomendación de no sé qué médico, unas escamas de jabón del más ordinario. Introducían el líquido en el irrigador, se enchufaban el tubo por salva sea la parte, apretaban la esfera, y no hay que explicar mucho más...

Vamos con las fuentes para que cada cual se forme su propia opinión. Noticia de La Voz de Galicia, publicada el 16 de febrero de 1936, que una vez contrastada con las demás, me parece la más verosímil:

Un suceso extraño

Aproximadamente a las siete y cuarto de la tarde de ayer un muchacho de catorce años llamado Emilio Veiras, que pregonaba a voces "El Socialista" y "El Mundo Obrero" fue llevado según se dice, con un pretexto, a un piso de cierta casa de la calle de la Barrera.

Y allí, como vino a manifestarnos de madrugada la dolorida madre del citado joven, doña Esperanza Astray, acompañada de una numerosa comisión de vecinos suyos del Campo de la Leña y de la calle de San Juan, le obligó alguien, amenazándole con un arma, a beber cierta cantidad de aceite de ricino y aún gasolina.

Fue llevado a la Casa de Socorro, donde, después de dejar transcurrir cierto tiempo, le hicieron un lavado de estómago, pasando después en observación a una sala del Hospital.

Interrogado el chico por sus parientes y por algunos policías, acusó como una de las personas que le forzaron a tomar la pócima a Avelino Méndez Núñez, vendedor profesional de "Arriba" y otros semanarios.

Avelino niega que esto sea cierto. Pasó al cuartelillo de Seguridad a disposición de la autoridad judicial.

Emilio Veiras es hijo del camarero marítimo Enrique Veiras, que al presente se halla de viaje. La madre del rapaz estuvo a formular su protesta y su queja en el Gobierno civil, y el señor Cobreros prometió enterarse debidamente y proceder con energía en cuanto le competa para castigar el hecho.

Versión de El Heraldo de Madrid, de 17 de febrero de 1936 (que coincide con lo que publica el día 18 El Pueblo Gallego):

Emilio Veira, vendedor de "El Socialista" y "Mundo Obrero", fue llevado con argucias a una casa de la calle de la Barrera, donde está instalado el centro de Falange. Otro muchacho llamado Avelino Méndez Núñez, le llevó a un piso, donde un oficial de la reserva, llamado José Canalejo, le amenazó con una pistola y le obligó a tomar una gran porción de aceite de ricino y gasolina con polvos de jalapa. El infeliz muchacho se encuentra muy grave en el Hospital.

Me he permitido poner en rojo encarnado José Canalejo, porque si hacéis una búsqueda por la red de esta noticia, comprobaréis que deturpan el documento escribiendo en su lugar Juan Canalejo. Y los medios de los que toman la información no dicen eso, que se lee estupendamente José Canalejo. Este personaje es desconocido. Podría ser Juan o Antonio Canalejo, si bien la mención a un oficial retirado apunta a Juan Canalejo, pero no es algo que esté del todo claro como pretenden. En la causa criminal resuelta por la Audiencia Provincial, instruida por el Juzgado de Instrucción del Distrito de la Audiencia, aparece como acusado sólo Avelino Méndez Núñez, y no se cita a Juan Canalejo por parte alguna, ni como acusado, ni menos como procesado.

Avelino Méndez Núñez, en prisión atenuada, es detenido en la estación del Norte el día 19 también de febrero, con un puñal... y una pistola, así que pudo ser éste el que amenazó y obligó a punta de ídem a Emilio Veiras a ricinarse. Lo detienen en la estación, y con armas, así que muy seguro no debía encontrarse en la ciudad cuando parece que pretende irse... y con esas alforjas. De Juan Canalejo no se sabe que por esas fechas pusiese tierra por medio para evitar a sus acosadores.



viernes, 11 de marzo de 2011

Bofetadas para Renovación Española




Vamos con otro de los episodios en los que tenemos, en torno a la sede de Renovación Española, unos carteles arrancados, un tinterazo, un apedreamiento, dos heridos leves, y un incendio de pasquines y octavillas que hace intervenir a los bomberos. Quiero recordar que en algún sitio leí o me contaron que la sede estaba en el primer piso de ese edificio de bajo y un alto situado en la calle Real [Corrijo en 12/09/2011: me informaron o recordaba mal, así que borro la imagen, la sustituyo por la correcta (edificio con mosquitera verde), y tacho lo inapropiado] En el interior de este local, al parecer los malvados monárquicos daban el escándalo de haber colgado un retrato de Alfonso XIII bajo dosel, cosa que los republicanos percibían como una provocación intolerable, un escándalo...

El 15 de febrero de 1936, víspera de las elecciones, parece ser también que los incidentes más graves se produjeron en barrios, incluso con disparos de los que no hubo heridos. Al llegar la noche, es de suponer que socialistas et al. salieron a pegar carteles y/o a arrancar los de Acción Popular. Aunque las fuentes son parcialmente contradictorias, yo diría que llegaron los socialistas con sus escaleras y las apoyaron en los balcones de Renovación Española. Arrancan los carteles que allí había y una tal María Manteiga, que pasaba por la calle o estaba subida a una escalera, resulta herida leve de un golpe con un tintero lanzado desde el propio local. Los socialistas apedrean la sede rompiendo cristales y también resulta herido leve un socio. En dos ocasiones intervienen los guardias de Asalto que disuelven el grupo, pero no pueden evitar que prendan fuego a unos pasquines y candidaturas de derechas que se habían amontonado frente al local en cuestión. Sólo se detiene a uno de los asaltantes. De la desfachatez de estos socialistas et al. puede dar idea el hecho de encontrarse el local de Renovación Española a cuarenta metros de la puerta de Comisaría, sita en el edificio del teatro Rosalía de Castro en donde también se encontraba el Gobierno Civil.

Versión de La Voz de Galicia correspondiente al 16 de febrero de 1936:

INCIDENTES Y HERIDOS

En la calle Real se produjeron incidentes con motivo de la colocación de unos carteles de propaganda electoral. Una sección de Asalto simuló por dos veces una carga y despejó la calle.

Luego, como se formase una hoguera por haber prendido fuego a los pasquines que llenaban el suelo, se hizo acudir a un retén de bomberos que con un bombín sofocó prontamente las llamas.

En la colisión habida antes resultaron heridos una mujer y un hombre pertenecientes a cada uno de los bandos en pugna. Pasó la primera a una Casa de Socorro y el segundo a la clínica del doctor Sánchez.

Versión de El Sol de la misma fecha:

Incendian un montón de candidaturas.- Agresión contra una fijadora de pasquines

LA CORUÑA 16 (1,45 m.).- A medida que se acerca el momento de la votación se intensifica la propaganda, tanto por parte de las derechas como de las izquierdas. La animación es enorme. Durante el día han menudeado los incidentes, lo que ha dado lugar a la intervención de las fuerzas de asalto. Los incidentes no han tenido importancia. Parece que en la parte externa de la ciudad estos han sido más violentos, pues se dice que se han hecho incluso disparos, pero sin consecuencias, afortunadamente.

Las derechas han hecho una verdadera lluvia de octavillas y candidaturas. Frente al local de Renovación Española se formó una pila enorme, lo que sirvió para que elementos de izquierda les prendieran fuego. Las llamas alcanzaron tal altura, que hubieron de intervenir los bomberos.

Como contestación a la provocación de las derechas, elementos izquierdistas fijaron en la fachada unos carteles. Para este menester se utilizó a María Manteiga. Cuando ésta se encontraba en lo alto de la escalera, desde el interior del centro le arrojaron un tintero, hiriéndola levemente (Febus).

Versión de El Ideal Gallego, también de 16 de febrero de 1936:

Anoche apedrearon los locales de Renovación Española

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En dichos locales no había vigilancia, a pesar de haberla solicitado reiteradamente del gobernador

Según nuestras noticias, Renovación Española había solicitado una pareja de guardia en sus locales. Le fue insistentemente negada con el socorrido pretexto de que no había gente disponible.

Ayer por la mañana, y ante la inminencia de la lucha electoral, se telefoneó desde dicho local al gobernador civil, el cual dijo que vería si tenía gente disponible.

Entrada la noche, las turbas, provistas de escalas de mano empezaron a romper los carteles de Acción Popular. En la pared del local de Renovación había dos carteles. Subieron unos mozalbetes y los arrancaron. Se les censuró por un elemento directivo, contestando con frases gruesas. Al poco tiempo una lluvia de piedras hizo saltar varios cristales del local, resultando herido un socio.

Las turbas pudieron hacer su campaña con entera "libertad". Sólo fue detenido uno de los asaltantes.

En la contienda resulto ligeramente herida de un tinterazo una señorita que transitaba por la calle.

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Recibimos una nota de Renovación Española relacionada con lo ocurrido ayer.

Dice que ya hace días vienen solicitando guardias para sus locales, como sucede con los demás partidos políticos, y que ayer mismo lo solicitó dos veces por teléfono, ante la inminencia de las elecciones. No se les atendió y ayer se les contestó que si disponían de fuerza se les enviaría.

No se hizo, y de noche, en el momento de más concurrencia, con escaleras de mano se encaramaron en sus balcones rompiendo unos carteles de Acción Popular, y poco después destrozaron a pedradas los cristales, hiriendo a un socio.

Personados en el Gobierno civil para protestar de esta indefensión, no se hizo el menor caso de nuestra protesta, puesto que a pesar de ello a las diez de la noche aún estaba sin fuerzas el local. Ante la opinión sensata hacemos esta manifestación para que ella juzgue a unos y otros.

El señor Calvo Sotelo ha protestado ante el subsecretario de la Gobernación del completo abandono en que se nos ha colocado.

Firmes en nuestro puesto, esperamos con toda serenidad el desarrollo de los acontecimientos. Sírvanles estas palabras de satisfacción a nuestros correligionarios y simpatizantes.




lunes, 7 de marzo de 2011

El otro Juan Canalejo: tiroteado en María Pita


Sobre este personaje se leen por la red un sinfín de, si me permitís, cuentos chinos, a cual más exasperado y agitado. Rara vez citan la procedencia de la información, y así los inventos, el maniqueísmo y las estupideces son un lugar común. De lo que os voy a contar, por supuesto que no dicen ni mu, con la diferencia de que lo que yo os cuento es comprobable, que me puedo equivocar en mis apreciaciones, pero tengo la depravada costumbre de citar.

La Falange como los esquiroles, constituían una minoría perseguida y maltratada, y portaban armas. Juan Canalejo como teniente de Intendencia retirado con la ley Azaña, tenía derecho al uso de armas, como si estuviese en activo. Tan es así, que con ocasión del asalto al local de Falange el 19 de enero de 1936 y tiroteo que se produjo en la calle del Sol esquina Orzán, con los de la Lejía, compareció ante el juez de instrucción del Distrito del Instituto, José Spiegelberg y Horno, de guardia ese día, y no sólo no fue procesado, sino que ante la evidente persecución y amenazas de que era objeto, el juez le entrega una de las armas a Juan Canalejo, no así a su hermano, que acaba siendo declarado en rebeldía. En la declaración que rinde ante el juez Spiegelberg el propio día 19 de enero de 1936:

Amplía: Que debido a las reiteradas amenazas de que viene siendo objeto y ante el temor de que pueda ser agredido por los elementos a que se refiere en su declaración, suplica al Sr. Juez tenga a bien hacerle entrega, para en su caso defender su vida, de una de las armas de fuego que le han sido ocupadas, a lo que S.S. accede en este acto, a cuyo efecto le hace entrega de la pistola marca Astra, calibre 7,65, nº 370353.- Ratifícase, firma con S.S. y repito la fe.- Spiegelberg.- Juan Canalejo.- Dr. José Otero.
ARG, AT (Causas), 3336-2.

Por lo que atañe a los tiritos que se dispararon en María Pita el 12 de febrero siguiente, y una vez consultada la causa, resulta que pasaron a Comisaría los falangistas Juan Canalejo Castells, de 37 años; Francisco de Asís Mosquera Salas, camarero de 16 años; Ramón Bermúdez de Castro Rebellón, estudiante de 20 años; junto con el socialista Antonio Rosende Calvo, "empleado", de 17 años. Ninguno fue procesado ni menos condenado. Además la causa se sobresee con ocasión de la lamentable amnistía que promulgó el (funesto, of course) Frente Popular cuando llega al poder.

En este tiroteo, los falangistas eran seguidos por socialistas, comunistas y demás tropa, según Bermúdez de Castro, desde el principio de la calle del Riego de Agua. Tras los disparos en María Pita, no se ocuparon dos pistolas a los falangistas como indica La Voz de Galicia, sino una llave inglesa a Bermúdez de Castro, y la pistola Astra que el juez Spiegelberg había entregado a Canalejo, y que con ocasión de este tiroteo, el juez López Giavina también devuelve al mismo jefe falangista. El socialista Antonio Rosende Calvo porta una pistola que en el sumario se dice "de juguete", y habrá que suponer que no disparaba agua, sino que tal y como refiere El Ideal Gallego, se trataba de una pistola detonadora, de fogueo.

El sumario que se instruye con motivo del tiroteo ocurrido en María Pita el día 12 de febrero de 1936, cuenta con declaraciones contradictorias. Como hechos probados, poco más se puede decir que lo referido por la Policía el día 19 siguiente en oficio al juez instructor:

En contestación a su atento oficio de 13 del actual, sumario nº 97 de 1936 sobre disparo de arma de fuego contra Juan Canalejo Castells, interesando averiguar la verdadera forma en que se desarrollaron los hechos; tengo el honor de participar a V.S. que según resulta de las gestiones practicadas el hecho se produjo en ocasión de ir el Juan Canalejo Castells por la Plaza de María Pita en cuyo momento le hicieron los disparos de referencia, pero que no se puede precisar quienes los efectuaron ni las personas que intervinieron, así como sus circunstancias personales, suponiendo sean sujetos de distinta ideología.


El terror para las izquierdas comenzó el 18 de julio. Para los falangistas y para las derechas en general, había comenzado mucho antes, como vemos, vimos, y seguiremos viendo.



jueves, 3 de marzo de 2011

Tiros en María Pita


Os copio dos noticias sobre un mismo hecho, en el que tenemos las palabras de unos con las de otros. Para El Ideal Gallego de 13 de febrero de 1936, pasaban tres afiliados a Falange Española de las JONS por la plaza de María Pita camino de la Ciudad Vieja, en donde vivía uno de ellos, cuando fueron agredidos a tiros por unos individuos apostados en los soportales de la propia plaza. Intervienen las fuerzas de orden público y se llevan a los falangistas a la Comisaría de investigación y vigilancia "para dar cuenta del suceso". Minutos más tarde detienen en la calle de Santiago a un socialista que iba huyendo. Le ocupan una pistola de fogueo.

Versión de La Voz de Galicia, también de 13 de febrero de 1936. Pasan tres individuos afiliados al fascio por la plaza de María Pita. Se encuentran con otros de ideas contrapuestas y suenan unos disparos. Acuden las fuerzas que detienen en la calle de Santiago a tres falangistas y otra persona ajena a ellos. A dos de los falangistas se les ocuparon pistolas automáticas cargadas. Los otros dos presos no portaban armas.

Las palabras de unos con las de otros. Puede haber exageración o parcialidad en El Ideal Gallego, que era de derechas, y no sería de extrañar que los falangistas fuesen armados, como iban los esquiroles para evitar las agresiones. No obstante, en La Voz de Galicia el sindicato mayoritario era la UGT y en mi opinión la línea editorial procuraba no ofender a los socialistas. Con los falangistas no tenían problemas a la hora de identificar su ideología, aunque a veces también callan los nombres de los protagonistas; pero en lo que a socialistas se refiere, podían denostar hechos violentos provocados por sus juventudes o por las comunistas, ahora bien, sin señalarlos: se enfrentaron grupos de jóvenes extremistas, estos excesos no deben continuar, tampoco dan los nombres ni identifican como socialistas a los que arrebataron y rompieron los ejemplares de Arriba al bueno de Avelino Méndez Núñez, o a los que arrancaban los carteles de propaganda electoral de Acción Popular (Cf. La Voz de Galicia, 5/8/1936). En otras ocasiones silenciaban los desmanes, como el asalto al local de Falange, que al parecer (ya lo veremos) fue realizado por socialistas y comunistas, asunto este como tantos otros del que los de la media memoria, no dicen ni mu. Y hablando de no decir ni mu, si tuviese que apostar por una versión de lo ocurrido, yo me quedaría con algo parecido a lo que relata El Ideal Gallego, que con los vaciados de prensa que a estas alturas uno imagina que están hechos hace bastantes años, se hubiese conocido y archiconocido que unos falangistas habían agredido a tiros a unos izquierdistas, en caso de ser más cierta la versión de La Voz de Galicia. Resulta verosímil que los socialistas disparasen a los falangistas y que estos se defendiesen también a tiros. Espero que podamos salir de dudas, pero como yo no tengo subvención (ni la quiero) y lo único que intento es no dejarme engañar, poco a poco.

Versión de La Voz de Galicia de 13 de febrero de 1936:

Los tiros de anoche

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POR FORTUNA NO HUBO HERIDOS

Anoche, a las diez, hubo una agresión en la plaza de María Pita. Parece que cruzaban con dirección a la Ciudad Alta tres convecinos afiliados al fascio y que se encontraron allí con un grupo de elementos de ideas contrapuestas. Acaso se cruzaron algunas palabras desagradables y de repente sonaron dos tiros.
Hubo la alarma consiguiente. Corrieron quienes intervinieran en el suceso y desembocaron en la calle de Santiago. Tras de ellos corrieron algunos guardias de Asalto, de Seguridad y hasta uno urbano, además de no pocos curiosos impacientes.

También los guardias dispararon -es de suponer que al aire porque de lo contrario el riesgo hubiera sido evidente para los transeúntes- a la vez que daban voces de alto.

Tras unos instantes de confusión, fueron detenidos en la citada calle las tres personas a que se alude al principio, y otra más, ajena a ellas.

A dos de las primeras se les ocuparon pistolas automáticas cargadas. Los otros dos presos no llevaban armas.

Se condujo a los cuatro a la Comisaría, hasta donde les siguió buen golpe de gente, pues las detonaciones, las voces y carreras habían soliviantado a los vecinos de la Plaza, como a los del Riego de Agua y la Marina.

Se llenaron las dependencias policíacas y hubo necesidad de despejarlas e impedir la entrada. Sin embargo algunos parientes y amigos de los detenidos solicitaron permiso para pasar a reunírseles, a lo cual se accedió mientras no se personó allí el juez en funciones de guardia señor Giavina, que inició las diligencias consiguientes.

A la hora de la madrugada en que escribimos estas líneas no habían terminado los interrogatorios; pero acaso se deje en libertad provisional a los detenidos.

Como no hubo heridos, esto atenúa la importancia material del alarmista, arrebatado e improcedente suceso, que es de lamentar se hubiese producido.


Versión de El Ideal Gallego, de la misma fecha:

Tres afiliados a Falange Española fueron agredidos a tiros en la plaza de María Pita
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El bando agresor no causó ningún herido, después de hacer seis o siete disparos

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A las diez y media de la noche de ayer se encaminaban tres afiliados a Falange Española de las J.O.N.S. con dirección a la Ciudad Vieja, donde habita uno de ellos, y cuando pasaban por la plaza de María Pita fueron agredidos a tiros por un grupo de individuos que se hallaban apostados en los soportales que existen al lado del Palacio Municipal.

El grupo agresor realizó unos seis o siete disparos y los agredidos continuaron su camino sin parapetarse ni defenderse, y a pesar de ello, por fortuna, no hubo que lamentar ningún herido.

A las detonaciones intervinieron varios guardias y un teniente de Asalto, que habita en dicha Plaza y que presenció la referida agresión desde los balcones de su casa.

El oficial de Asalto, los guardias y los tres falangistas, pasaron a la Comisaría de Vigilancia para dar cuenta del suceso, suceso que pronto se conoció en La Coruña, pero rodeado de bastante fantasía.

Se hablaba de muertos, de heridos, y de otras muchas cosas que, por fortuna, no tuvieron más confirmación que en la mente de los asustadizos.

Desde luego, la alarma fue grande.

A los pocos minutos de sonar los disparos fue detenido en la calle de Santiago un individuo de filiación socialista que iba huyendo, al que se le ocupó una pistola detonadora. La detención la efectuó un guardia municipal.

El Juzgado de Instrucción de guardia al tener conocimiento del suceso se trasladó a la Comisaría.